Hace unos días estaba dando una vuelta por entre las mesas de “novedades” y se me ocurrió abrir este libro al azar, sólo por curiosidad. Y hay que tener mala suerte.
Al comienzo del segundo capítulo se puede leer:
“A principios de mayo los huevos se rompían, liberando una larva que, después de 30 días de febril alimentación a base de hojas de morera, procedía a encerrarse nuevamente en un capullo, para luego salir definitivamente dos semanas más tarde, dejando tras de sí un patrimonio que en seda hacía mil metros de hilo crudo y en dinero una bonita cantidad de francos franceses: suponiendo, claro está, que todo esto acaeciera en el respeto de las reglas y, como en el caso de Hervé Joncour, en alguna región de la Francia meridional.”
Un breve vistazo a cualquier enciclopedia revela que cuando se permite al animal salir del capullo, el patrimonio capullesco queda bastante deteriorado por los ácidos segregados y el agujero que aquel hace al salir.
Hay que hervirlo para conservarlo intacto.
Llegue a este post a través de la etiqueta de Baricco, pues precisamente acabo de leer el libro que mencionas; en cuanto lo terminé, lo que no me llevó más de hora y media, de un tirón, me fui directa a informarme sobre el proceso de obtención del hilo de seda procedente de los capullos, porque había algo que no me cuadraba, y efectivamente... parece que alguien no ha investigado lo suficiente...
ResponderEliminarQuizá sea un error el que se hayan topado con Seda, sería más conveniente -al parecer- para sus gustos lectores leer libros informativos. Seda es como la pintura -es mi sentir- apela a otras cosas otros sentidos y sensibilidad. Creo que Bachelard me entendería. Saludos, igual es interesante ver las diferencias de perspectivas en el mundo.
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