viernes, 28 de noviembre de 2008

El Corte Inglés quiere endilgarte estos libros.

Aquellos que visitéis la tienda online de libros de El Corte Inglés podréis descubrir un alarde ético de esta empresa en lo que a venta de libros se refiere.


Al parecer, la mayoría de las veces que seleccionas un libro, el algoritmo de recomendación te recomienda un libro del mismo autor y, a continuación, cuatro libros adicionales que suelen ser siempre los mismos: los libros que El Corte Inglés, por algún motivo, quiere encasquetarnos.



En el momento presente quieren vendernos: El niño con el pijama de rayas (John Boyne), El arte de conducir bajo la lluvia (Garth Stein), El don (Richard Paul Evans) y Viento y ceniza (Diana Gabaldon).





Y hace unos días eran: El niño con el pijama de rayas (John Boyne), La elegancia del erizo (Muriel Barbery), El emblema del traidor (Juan Gómez-Jurado) y El último catón (Matilde Asensi).






Como seguirá cambiando en el futuro, os dejo los enlaces de El padre de Blancanieves, El juego del ángel y de El Mundo.


Lector malherido también trató de este turbio asunto en un par de posts:

-Si te gusta este libro quizá te guste...

-Qué es el qué, de Dave Eggers.

miércoles, 19 de noviembre de 2008

Bochornosa Breda. Crítica acompasada de El sol de Breda (Arturo Pérez Reverte, Editorial Alfaguara).


No dejaba de preguntarme por qué de esta saga se habían hecho varios superventas (o eso dicen, sin dar números); por qué se había adaptado a la gran pantalla (dicen que con bodriescos resultados); por qué se equiparaba al binomio Cervantes/Quijote con el Pérez/Alatriste; por qué, en fin, se le dedica tanta atención en los medios a un sujeto como Pérez Reverte. Por esto se me ocurrió acometer la crítica acompasada de uno de estos alatristes, como ya había hecho con el discurso de ingreso en la RAE de Javier Marías.

Capítulo primero.

Pág.11: Esta pretendida novela de aventuras comienza con un descubrimiento: «Voto a Dios que los canales holandeses son húmedos en los amaneceres de otoño», tratándose de unos canales, quizá esperaba encontrar unas chumberas.

Ibídem: Nos habla de un sol «hereje», presumo que el mismo que amanece por todo el planeta.

Pág.12: «Supongo que me habrán reconocido», dice el narrador y, a continuación, se identifica. Balboa –pues así se llama- nos cuenta ser perito en el arte de salir «bien acuchillado»: el soldado que se precia de esto sin duda es muy apreciado por sus compañeros.

Balboa y compañía se dirigen, disfrazados, a la toma de un fuerte holandés, degüellan a un par de pobres holandeses y suben a un puente levadizo (pág.14: «trepaba como una ardilla») para bloquear su mecanismo.

Pág.15: El grupo entra «degollando a mansalva» y Pérez se cree en la necesidad de hacer un alto (¿justo ahora que comienza la acción?): «Hoy, los libros de Historia...», ¿y cómo lo sabía Balboa entonces? Con él, Pérez pretende justificar los múltiples degüellos y farda de «furia española».

Ibídem: Sorprendentemente, la acción recién inaugurada se disuelve: «ahorro detalles. Únicamente diré que todo era un va y viene de arcabuzazos, gritos y estocadas, y que ningún varón holandés [...] quedó vivo para contarlo». Pues ¡vaya con la novela de aventuras! ¡Cinco páginas caminando y farfollando, y apenas una de degüellos!
Enseguida comienza el saqueo, al que se dedican más páginas que a la toma en sí del fuerte; Balboa y su compinche se agencian, entre otras cosas, dos jarras.

Pág.17: «el pueblo había sido tomado, dicho en plata, a puros huevos», ¡esa lengua, Pérez!

Prosigue una cháchara que extraña al lector anhelante de aventuras, se nos habla de lo duro que es ser soldado (pág.19): «Tiempos difíciles y crueles. Tiempos duros.» Se había entendido la primera vez.

miércoles, 12 de noviembre de 2008

El héroe pedestre Pérez Reverte sufre una temible persecución.

El heroico denunciador Pérez Reverte vuelve a sorprendernos en su columna del XLSemanal (y en su web), esta vez con una aportación llamada a perpetuarse en la historia del periodismo español. ¿Qué denuncia Pérez? ¿Se trata del conflicto Palestino-Israelí?, ¿del hambre en el mundo?, ¿de los niños soldado?, ¿del trabajo infantil?


¡No! Se trata de algo mucho más importante.


Pérez está sufriendo una persecución. Tiene un archienemigo: un malvado que sitúa excrementos perrunos en su camino. Se trata, por supuesto, de algo personal, pues resulta evidente que todo excremento encontrado en la calle ha sido allí situado para fastidiar a nuestro ombligo favorito del universo.


Por ello, acosado por este implacable adversario, nos regala con esta columna trufada de onomatopeyas como: “plas”, “zaca”, “raaas” o “chof, chof”, calculando la distancia que separa a un excremento del siguiente, la capacidad de ciertos calzados para almacenar la materia y otras cuestiones propias de su elevada mentalidad.


Se trata sin duda de la denuncia de un columnista auténtico, de raza, y una de las que harán época.


Pérez se compara con Rambo: zigzaguea, se arrastra, avanza... ¡cuerpo a tierra! (chof) Lo que este nuevo Ulises, quizá comparable a Don Pelayo, no dice –pero a mí me consta- es que a partir de ahora portará un estoque con el que, para combatir la injusticia de este mundo, cercenará todo excremento perruno que se ponga a su mortífero alcance, dividiendo su masa y duplicando su número.


Ya se oyen retemblar, entrechocantes, las cachas perrunas de cientos de miembros de la especie canina.


Que se quite el Zorro donde esté Pérez.