miércoles, 28 de diciembre de 2011

Algunas fotos estúpidas de autores españoles.

La mayoría de los autores españoles son auténticos farsantes: creen que un poco de pose y suficiente vanidad y ego pueden convertirlos en alguien si un número determinado de incautos se deja embaucar. Son trabajadores de las letras que de cuando en cuando publican un libruco porque se aburren y quieren salir en la tele. Entonces comienza la actuación, el hacerse fotos, a veces tan estúpidas como aquestas:

"¡Uuuuuuuh! Fienfenidos a mi humilde morada...
Disculfen que esté ahorrando luz".
(Conde Mariorlok).
-Trinity, descarga un curso para
pilotar helicópteros... ¿Trinity? ¿Trinity?
-TELEFÓNICA LE INFORMA QUE EL
NÚMERO MARCADO NO EXISTE.

Elvira Navarro comprueba la moqueta como
corresponde a su puesto de trabajo.

Luna Miguel clavándose una chincheta en el culo.


¡Blas!, ¡Blas! ¡Voy a ver a los nabucodonosorcitos!

¡Voy a pelearme contra Apolo Creed!
También conocido como Ronky II.

Muy bien chicos, ahora un pasito
para atrás y ¡alehop!


-¡Tariro, tariro...!
-¡AAAAAAAAAAAAAAAAAH!

martes, 20 de diciembre de 2011

Perlas: Pérez Reverte es burdo y Manuel Vilas desconoce la literatura.

Pilar Rahola, sobre Arturo Pérez-Reverte:
«Dicen que uno tiene la altura de sus enemigos, y debe de ser que Pérez-Reverte, a medida que avanza en su delirante camino hacia la nada argumental, se va haciendo pequeño, porque a enemigo no me llega. Quizás a mosca de verano, uno de esos moscones pesados que distraen la beatífica siesta estival. Pensé, pues, “otro exabrupto del Reverte, uno más en su carrera de despropósitos”, no en vano la cantidad de insultos por metro cuadrado que acumula en sus artículos podrían completar un diccionario específico.
[...]
Sinceramente, pienso que es un buen escritor cuando se dedica a crear sus universos imaginados, pero como articulista me parece burdo, de trazo grueso y tan débil, que siempre necesita la muletilla del insulto para apoyar sus tesis. Lo cual me recuerda a su precedente Camilo José Cela, tan excelso cuando caminaba por la Alcarria o se sumergía en los Pascual Duarte, como escatológico, basto y simple cuando argumentaba sobre la realidad».

Comentarios en Narragrafía sobre nocilloides y Aire nuestro, de Manuel Vilas:
«Hay que reconocer una imaginación bastante destacable en vuestra literatura, pero el desconocimiento que demostráis tanto de literatura como de la lengua en la que os manejáis os delata. Lo primero que os recomiendo es que leáis, leer más y comprenderéis lo que es hacer buena literatura. Leer a Bolaño, a Neuman, a Donoso, a Fresán incluso los clásicos y comprenderéis que no es nada novedoso lo que estáis haciendo y sobre todo os daréis cuenta de vuestras carencias.
[...]
Vuestro estilo no pasa de ser un fracasado cut up con el pútrido aroma de modernidad al introducir una temática basada en la cultura pop y las nuevas tecnologías. Pero no es esto lo que más molesta, porque creo que el escritor tiene una obligación moral de escribir sobre lo que pasa en el momento en el que habita (pero eso no es novedoso) acaso Balzac dijo que era un vanguardista por retratar su sociedad o Galdós, o Clarín, o Larra. No, no lo dijeron ellos, lo dijeron otros y no por ese único motivo sino también porque su calidad, filosofía e ideología eran innovadoras en su tiempo».

lunes, 12 de diciembre de 2011

Lorenzo Silva, Eugenia Rico, Alberto Olmos y Elvira Navarro defendieron la Ley Sinde.

Hace poco se ha conocido la feliz noticia de que la Ley Sinde se ha ido a tomarporculolandia, porque aprobarla «sería el final del Partido Socialista Obrero Español», según el archiconocido Pepiño. Además, sólo hubiera servido para hacer el gilipuertas durante unos meses. Hasta se ha prohibido Europa, de tan tontolaba que era.

Lo primero un bailoteo:

A tomaar por culo,
matarile-rile-rile,
a tomaar por culo,
matarile-rile-ron.
CHIN-PON.

Ahora vamos a reírnos un poco, porque me acabo de enterar que Lorenzo Silva, Eugenia Rico, Alberto Olmos y Elvira Navarro defendieron la Ley Sinde. De algunos no se sabía.

Lorenzo Silva: «Que alguien me explique -lamenta Silva- por qué el dinero de un creador tiene que ir a parar al dueño de Megaupload».
Pues será porque el autor no es muy listo, el editor tampoco, el librero menos y la industria ni te cuento. ¡Que avise a Megaupload su editorial, con sus becarios que no cobran horas extra! ¡No te jiba!

Eugenia Rico: «cultura del gratis total, responsable de un profundo desprecio por la cultura».
Y ahora dos jovenzuelos que casi salen en ropa interior de casa cuando les dieron la oportunidad de salir a... ¿qué ha dicho que tenemos que apoyar? ¡No a la guerra! Ups. ¿No era eso? ¡No al iPhone! Uy, que tampoco. Pues entonces, ¿qué?

Alberto Olmos: «Alguna medida se tiene que tomar, ¿no? La cultura literaria está muy despreciada y eso tiene que ver con internet, donde la escritura no vale nada, se escribe para Google».
Eso tendrá que ver con la libertad de expresión de Internet, donde no nos pueden engañar con la última de tus novelas. Obsérvese la gilipuertez de escribir para Google, que no significa nada.
Alberto Olmos: «Existe la creencia generalizada de que escribir no tiene mérito. Hasta ahora solo se ha hablado de este tema relacionándolo con el cine y con la música porque es ocio, porque se trata de cómo pasan el rato el domingo viendo “Torrente 4” en el ordenador».
Vamos a ver Albertito: cuando lo que se escribe está al nivel de Torrente 4, pues no, no tiene mérito. ¡Rápido! ¡Hazte fotos! ¡Sal en muchas portadas para suplirlo!

Elvira Navarro: «Me fastidia la esloganización que lleva asociado todo este tema, que te obliguen a polarizarte».
¡Pues haberte quedado en casa, rica! Pero entonces no hay foto. Ups.

Alberto Olmos: «Los que defienden la cultura gratis creen que el resto somos trogloditas y no es así. La gente paga burradas por aparatos electrónicos, pero no por libros, y no se dan cuenta de que sin libro no hay aparato».
Pero es que los aparatos electrónicos no son una basura escrita, hinchada por la propaganda y el amiguismo garrulo. Y no te arrepientes de haberlos comprado. ¿Por qué la gente se compra un iPhone en lugar de comprarse un libro de Alberto Olmos? Porque el iPhone los deja satisfechos.

Lorenzo Silva: «copiar es ilegal y si además te lucras es delito».
Mentir es ilegal y, si ademas se hace publicidad engañosa, es delito.



La piratería es justicia social.

Ñaañaa-ñañaaaña.

jueves, 8 de diciembre de 2011

Arturo Pérez Reverte: «Me importa un rábano el futuro de la novela».

He aquí lo que sucede cuando a un cultureta le hacen una pregunta y no tiene ni puta idea de qué contestar:

«Hay suficientes buenas novelas escritas para que yo pueda leer y releer el resto de mi vida sin que nadie, ni yo mismo, escriba una sola línea más», aseguró Pérez-Reverte. Y, aunque no sabe cuál será el futuro de la novela, dice que le «importa un rábano».

Pregunta: ¿Qué opina Arturo Pérez Reverte del futuro de la novela?
Respuesta con Egoglass entre paréntesis: (No tengo ni puta idea. ¿Qué hago? ¿Se lo digo? ¿O suelto una bravata para llamar la atención y que no se note? He dicho demasiadas gilipolleces que no significan nada, como eso de ser personaje de mis libros y lo otro de que el mar es la hostia. Joder, no sé qué decir). ¡Me importa un rábano el futuro de la novela! Total, voy a espicharla y en ese futuro no existo. Además, ya hay libros escritos, ¿para qué escribir más? Con el Poema del Gilgamesh vas que chutas. Si a mi no se me ocurre una puta mierda, es que se ya ha dicho todo. ¡Buajajajá! ¡Qué grande tengo el pollal!

domingo, 4 de diciembre de 2011

Antonio Muñoz Molina nos da una clase de paradojas.

Escribe Antonio Muñoz Molina:

"En este afán por figurar en las solemnidades religiosas son idénticos los políticos de izquierda y derecha, los centralistas españoles y los independentistas catalanes o vascos: con idéntica desvergüenza cultivan un populismo que sin duda les dará algunos votos, pero que tiene un efecto corruptor sobre la conciencia de la ciudadanía al hacer borrosa la separación entre la Iglesia y el Estado, y al privilegiar a una confesión religiosa sobre todas las demás, y sobre el derecho de quienes no pertenecen a ninguna".

¡Oh! ¡Corrompen la conciencia de la ciudadanía! ¡Cómo corrompen, corrompen y vuelven a corromper! ¡Qué corruptos que son! ¡Menos mal que Antonio Muñoz Molina no es un corrupto como ellos!

¿Antonio Muñoz Molina?

1991: Premio Planeta por El jinete polaco.

Reescribamos:

"En este afán por figurar en los grandes premios son idénticos los escritores de izquierda y derecha, los centralistas españoles y los independentistas catalanes o vascos: con idéntica desvergüenza cultivan una mendacidad que sin duda les dará algunos euros, pero que tiene un efecto corruptor sobre la conciencia de la ciudadanía al hacer borrosa la separación entre la verdad y la mentira, y al privilegiar a una antiélite corrupta sobre todas las demás, y sobre el derecho de quienes no pertenecen a ninguna".

Chúpate esa.

miércoles, 30 de noviembre de 2011

Julio Valverde: "El premio Nadal viene por Reyes [...] a la mejor obra inédita elegida -sobre todo-, por Ediciones Destino".

"El premio Nadal viene por Reyes con 18.000 euros de regalo a la mejor obra inédita elegida -sobre todo-, por Ediciones Destino. O lo que es lo mismo, el Grupo Planeta". Julio Valverde.

Esta y otras verdades en este artículo.

sábado, 26 de noviembre de 2011

Fernández Mallo: de remakes sin permiso y manifiestos capullos.

Hace semanas hemos sabido de la última nocillada perpetrada por Agustín Fernández Mallo. A este sujeto, que en su nivola Nocilla Lab se autocalifica como "paleto" (para beneplácito del lector), se le ocurrió la brillante idea de publicar un libro con el siguiente título:

El hacedor (de Borges), Remake.

Solo una cara dura cual adamantium podría soportar la presión de titular así su novela:
1) Título idéntico al original.
2) Utiliza chupóteramente el nombre de Borges.
3) Explicitud en cuanto a la utilización del texto original: remake.

Obviamente la titular de los derechos, María Kodama, que ni siquiera había sido consultada, ha ejercido su derecho de veto, y Alfaguara ha retirado el libro cagando leches. Ahora deben de estárselo leyendo por primera vez, dándose palmadas en la frente.

Pero he aquí que existe un grupo de jóvenes vengadores descontento con la situación: los batboys de la literatura española (o lo que queda de ella). Y han decidido darle una lección a María Kodama: ¡han escrito una carta de protesta!

El lector podrá leerla atónito en el blog de Alberto Olmos. Entre sus firmantes se destacan productores audiovisuales, profesores de Bioquímica, músicos, periodistas, pintores, publicitarios, pescaderos, butaneros y siervos de la gleba. La mayoría son compañeros de copichuelas que no han puesto ni su profesión. Por cierto, Lengua de Trapo tiene dos editores (yo creo que son pocos). Y hay uno que firma como "escritor en euskara" (¡soy especial!).

Tampoco faltan nombres propios mayúsculos como Rosa Montero, Belén Gopegui y los niñatos de siempre subiéndose unos encima de otros para chupar cámara. Debió de haber quien pensaba que esto era el bombazo literario del siglo. El caso es que se trata del copypaste de siempre, pero haciendo como que no pasa nada. Ana Rosa Quintana revisitada. Pero sin negro (supongo).

La retirada de circulación de la novela habla por sí misma. ¿A quién gandumbas se le ocurre hacer un remake de una obra con derechos vigentes? ¿Y fusilar fragmentos de la misma? ¿Y tener la diamantina jeta de cascar el nombre de su autor para utilizarlo en beneficio propio? ¡Que ya somos mayorcitos, hombre!

Si yo me bajo libros y películas, pero no me lucro vendiendo sus remakes.

Imagine el navegante que un joven autor decidiese publicar novelas con títulos como aquestos, fusilando fragmentos de las susodichas novelas o nivolas:

-Deseo de ser punk (de Belén Gopegui), Remake.
-El talento de los demás (de Abeto Olmos), Remake.
-La ciudad feliz (de Elvira Navarro), Remake.
-Alba Cromm (de Vicente Luis Mora), Remake.

Aparte del terror que ello suscitaría, presuponga que los remakes generasen lucro abundante. ¿Cuál sería la respuesta de la editorial y el autor correspondiente?

a) Poner cara de tontolaba diciendo lo mucho que le gusta y cuánto se siente halagado.



b) ¡ME RRRROBBBAAAAAAANNNNNN! ¡QUIERO MI PAAAARRTTTTEEEE! (Espumarajo bucal uno). ¡COBRRRAAARRRR PORR MI TRAAABAAJJOOOOO! (Espumarajo bucal dos). (Ataque epiléptico chupacámaras).


Proximamente se piratearán en este blog las novelas de todos los firmantes del manifiesto.

viernes, 18 de noviembre de 2011

Jóvenes escritores se ofrecen para ser decapitados.

El truco perpetrado hace unas semanas en el programa El Hormiguero está teniendo gran repercusión en el mundillo literario, si es que podemos llamarlo así. Recordemos que el programa fingió decapitar a un artista que acudía al programa a promocionar su libro, mediante este truquillo. Ello ha provocado numerosos cabreos en twitter, así como abudante segregación de saliva en las bocas de escritores jóvenes, cuya máxima aspiración es ser trending topic.

Según se cuenta, el plató en el que se filma el programa se encuentra asediado en estos momentos por centenares de escritores menores de cuarenta años, los cuales suplican a grito pelado que se les aplique el mismo truco de magia.

"No me importa que falle. Creo que podría escribir igual", afirma Agustín Fernández Mallo. Por otro lado, Alberto Olmos ha exigido para asistir el requisito de que se mencione sesenta veces su condición de escritor, porque, si no, a lo mejor se le cae la cabeza de verdad. Elvira Navarro se prestaría con tal de no ser despeinada y de que no le den otro premio.

Existen incluso autores que se ofrecen para ser decapitados a todos los efectos, ya que consideran que es lo máximo a lo que pueden aspirar.

Además, me congratula anunciar que ya se ha establecido un nombre para este nuevo movimiento literario: Generación Decapitados.

PD: Hola a todos aquellos que tengan un Google Alert.

jueves, 10 de noviembre de 2011

Boñiga Lab, crítica acompasada de Nocilla Lab, de Agustín Fernández Mallo (Editorial Alfaguara).

Lector Iracundo lleva un tiempo siguiendo la actividad mediática de Agustín Fernández Mallo, joven de cuarenta años al que se ha estampado en diversas portadas literoides, dándosenos a entender que constituye un importante fenómeno. Las declaraciones habituales del sujeto en cuestión suelen resultar de lo más estúpido, pero ello no ha de ser óbice para el justo aprecio de su obra.
De su trilogía nocillera se ha elegido el tercer y último libro, Nocilla Lab, el cual presupondré que constituye su culminación, como esa explosión final de una película que despeina al espectador.

El lector se frota las manos, dispuesto a disfrutar. ¡Los jóvenes autores son el futuro!

El libro se abre con un par de citas, una de ellas perteneciente al Sr. Chinarro, que no es un señor ni un actor, sino un grupo de música. La otra cita es de un físico. Ninguna le dice nada al lector, salvo quizá «mira que interesante soy», cosa que el lector todavía no comparte.

Pág.13: Mallo abre Nocilla Lab escribiendo, en la tercera línea, «5 años». Con número. En la misma página se advierte la repetición de este error. Mallo: en todo texto este tipo de cantidades se escriben con letra, no con número.

«5 años atrás [...] cuando ocurriera la explosión». Esto no es ya el típico error gallego de trastrocar «ocurriera» por «había ocurrido», sino que encima debería haber sido «ocurrió» el verbo utilizado.

«observa [...] durante un par de segundos, 7 segundos, 15 segundos, 1 minuto», nótese el primer error mentado y su incoherencia con la primera cantidad en letra. El recurso es pobre y mecánico, y, por su continuación, «y dice dirigiéndose a la cámara», recuerda a un guión, cosa que este libro no es.

Aparte, Mallo aún no ha utilizado puntos, sólo comas (creerá que es más literario) e introduce los diálogos «a la Saramago»: con mayúscula, en la misma línea y sin sus dos puntos como sería conveniente. Ni siquiera los remata con un punto, lo cual es imperdonable.

«ésta es una historia importante en lo que se refiere a parecidos entre cosas», expresión un poco vulgar para una historia importante.

El hombre del que se habla tiene el problema de «no querer entrar en su casa para ver allí todas sus cosas» y algunas de estas «cosas» (palabra aliteraria repetida por segunda vez en la página) son: «el filete de vaca rusa en la sartén», que supongo permanecerá incólume tras cinco años, como todo filete abandonado a su suerte; «la tele apagada pero con el botón en posición ON», ¡pues entonces no estaba apagada!, en todo caso estará rota o desenchufada.

Pág.14: Giro gilipuertesco tras la historia del hombre: «podría seguirle la pista a ese hombre [...] pero [...] siempre me he apartado de toda clase de hombres, sólo me interesan las mujeres». Pero, ¿tú eres tonto o qué? ¿Y por qué nos has contado tu estúpida anécdota sobre un hombre? ¿A qué viene esta súbita manifestación de orgullo heterosexual? ¿Nos has soltado un rollo sobre un filete de vaca rusa (ojo, no filete ruso, sino de vaca rusa) y su hombre para comentarnos que eres heterosexual?

«un escritor llamado Cioran», aparte de que también era filósofo, no se debe presuponer la ignorancia del lector.

«Replicante, el ente perfecto». Pues sí, en Blade Runner los replicantes eran tan perfectos que su longevidad era de cuatro años. ¡Quién fuera replicante!

«al final todos somos más o menos idénticos [...] en el sentido de «muy parecidos», por eso aspirar a la diferencia [...] resulta un posicionamiento infantil», ¿y por qué has escrito esta nivola, genio?, ¿para igualarte con unos mientras te diferencias de otros? ¿Y por qué citas a Cioran y al Señor Chinarro? ¿Porque son iguales que Belén Esteban y el tonto de tu pueblo?

«las blandas filosofías orientales», este chico no sabe que China será la próxima potencia mundial. Acabará en un campo de reeducación.

Págs.14-15: Mallo perora sobre cómo «todo [...] es idéntico a su homólogo»: «una hoja de una garriga de Cerdeña es igual a la de un pino en Alaska», «una representación de un Buda en Bangkok a la de un Jesucristo de Despeñaperros». Este chico debería regraduar sus gafas de pasta: existe una patente diferencia entre un Buda y un Jesucristo. Hablando en términos científicos se trataría como poco de una cuestión de masa.

Al coscarse de que lo anterior viene a cuenta de lo «iguales» que somos todos, el lector comprende el soporte mediático que el Grupo PRISA está dando a este joven de cuarenta y tres años. Pretenden bombear mediáticamente un mensaje obsoleto porque, como todos sabemos, Javier Marías es idéntico a Friedrich Nietzsche y Pérez Reverte clavado a Walter Scott. Es el clásico adoctrinamiento para una posterior colecta de votos. En cuanto a Mallo, supongo que no habiendo logrado nada a los cuarenta y tantos, o se es igual que todos, o se es un fracasado.

Pág.15: Es tal la cantidad de chorreces en apenas dos páginas, que resultará imposible comentarlas todas. Me limitaré a las chorradas más memorables. Verbigracia: «Hallar una novedad absoluta sería monstruoso», ¿por qué? Yo, por mi parte, estoy deseando que nos visiten los extraterrestres.

«me encantan las paradojas, no es que me encanten, decirlo así es una tontería». Pues sí que lo es, piensa el lector. Querido Mallo: si decirlo así es una tontería, entonces ¿por qué lo dices así? ¿No conoces cierto par de maravillosas teclas en tu teclado?

«un galeón del siglo 19 tipo el de Moby Dick». Mallo: se escribe siglo XIX. Escribir mal no es literario ni mola más. Otrosí: «tipo el de Moby Dick» es una expresión deplorable, menos que «como el de Moby Dick» o «tipo Pequod». Por cierto, que el Pequod no era exactamente un galeón, sino un ballenero, por sorprendente que pueda parecer.

Pág.16: Van tres páginas sin un solo punto o punto y coma, utilizando comas invariablemente sin atender a la longitud de las pausas.

Sigue con el «galeón»: «uno de esos galeones que destilan una épica tal que ya sabes que saldrá con éxito de la contienda», pero ¿conoce este chico el final de Moby Dick? ¿Es que no ha visto ni la película?

«entramos en ese bar-pizzería a tomar algo, a ver pasar los barcos, a ver rodar los papeles [...], a nada», ¡pero si has citado tres actividades!

Propaganda de Marlboro.

«ella sólo asintió con un escueto, Sí,», ¿qué es asentir con un escueto?

Págs.16-17: Comienzan las repeticiones absurdas que se pretenden literarias: repite la enumeración de actividades arriba citada y «un artículo de un escritor llamado Vila-Matas», «aquel artículo en aquel periódico escrito por un hombre llamado Enrique Vila-Matas», «un artículo de un escritor llamado Enrique Vila-Matas», y repite también elementos del artículo. ¿Esta es la nueva novela española? ¿La nueva generación? ¿Estas repeticiones a lo Javier Marías? No me extraña que al Grupo PRISA le guste, pero esto es tan nuevo como el padrenuestro.

Pág.18: «bar que según nuestro amigo navegante ya no existía producto de un golpe de mar», quiere decir que el bar fue destruido por un golpe de mar, que su destrucción fue producto u obra de un golpe de mar, pero que algo se entienda no significa que esté bien escrito.

«al que habíamos entrado a tomar algo, a ver los papeles en el muelle rodar, a nada», sí, ya nos habíamos dado cuenta las dos primeras veces que lo dijiste. Atiende, joven: aunque haya poetas y novelistas que recurran a la repetición como un recurso literario, la mera repetición de palabras, por sí sola, no tiene por resultado lo literario.

Cita a Italo Calvino, como antes ha citado a Cioran. Culturalismo fácil y presuntuoso de quien se imagina que sólo con esto ya epata.

Obsérvese cuán profundo ha calado Calvino en Mallo: «o cuando miras detenidamente los poros de la piel de un sudanés que va frente a ti en el bus y te parecen idénticos a los de un esquimal que te pasó la sal en una espaguetería de San Francisco», ¡prodigioso! La similitud interracial entre poros era un tema no tratado hasta ahora en la literatura, pero, gracias a Agustín Fernández Mallo, esta indigna situación ha encontrado su fin.

Pág.19: «a comer algo, a ver los barcos pasar, a ver rodar los papeles en la calle llevados por el viento, a nada». No sé que es más tedioso: si el reiterar una y otra vez lo mismo o el que lo reiterado contenga una contradicción tan estúpida. Es un recurso autocomplaciente con el que Mallo juega a perfilarse como un clon inculto de Javier Marías (Mallo presume de leer poco), pero que reitera frases todavía más banales.

Cuando por fin se produce una ruptura y parece ir a dar comienzo una trama (llamada telefónica mediante), Mallo nos sorprende con un portentoso recurso dramático: «se había encontrado a nuestra gata muerta en el piso». Es tan ridículo que desata las carcajadas del lector.

Pág.20: Por el contrario, en la cabeza de Agustín Fernández Mallo se ha producido una especie de Big Bang a raíz de la muerte de su gata: «incluso pensé en el destino del Universo, menuda tontería, pensar en el destino del Universo». ¡Chúpate esa, Asimov! Menos mal que llega Mallo a sacarnos del error.

Aunque correcto, «patadas» no es el término más preciso para los golpes de pata, o zarpazos, de un minino.

«por primera vez la gata había pasado a convertirse en un ente con su personalidad», pues sí que ha tardado este tío en darse cuenta, piensa el lector, «con un estilo de vida propio [es importante construir un estilo de vida propio]», los corchetes son suyos. Otrosí: Los corchetes se utilizan sólo dentro de un par de paréntesis, Mallo. Utilizar mal los signos ortográficos no es lo mismo que utilizarlos novedosamente y, por lo tanto, no crea literatura, ni postliteratura, ni postpostliteratura: sólo está mal escrito.

Nuevos corchetes y nueva banalidad: unas chinchetas clavadas sobre un corcho el fondo del mar crean «una submarina geografía de azar, una especie de mapa de trayectorias de chinchetas». El lector repara en lo poético de estas chinchetas, hasta que comprende que no significan nada. ¿A quién le importan unas chinchetas en el fondo del mar? Si al menos fueran llaves...

Al llegar a casa encuentran los excrementos de la gata en su palangana. ¿Se producirá un nuevo Big Bang? ¡Sí! Mallo recuerda a una antigua vecina que lo retenía hablando durante treinta minutos cada vez que se lo encontraba. Pues sí que tiene carácter Mallo, como llame a su puerta un vendedor ambulante, se queda a vivir en su casa.

Pág.21: ¿Por qué mentar a Mónica Naranjo, de la que ya nadie se acuerda?

Nuevo logro dramático: el moribundo esposo de la vecina pide una hamburguesa en su lecho de moribundo, ella no se lo concede y él muere. ¡Arrepentios, pecadores! La mujer expía su pecado comprándola al día siguiente y se topa con que el dependiente hamburguesero luce una chapa con su nombre, que el marido comparte: «Paco». ¡Noooooooo!, clama el lector, golpeando su pecho penitente.

Mallo, por contra, mantiene la calma ante lo tempestuoso de la situación: «es a este tipo de casualidades a las que me refiero cuando digo que creo en las casualidades que genera la muerte». Temo que las casualidades que «genera» la muerte son como las casualidades que se producen a raíz de cualquier otro evento: identificaciones del observador.

Sigue con las cacas de la gata y poetiza: «pensé que la gata había dejado su última creación». ¿Creación? ¡Son un residuo biológico producto de la pitanza! Bueno, al menos esto explica que Mallo pueda considerar seriamente a esto como su creación.

Este repensar sobre las cacas gatunas recuerda a la filosofía del cubo de basura que Javier Marías desarrolló en su nivola Pollaemboca, parte de cuya crítica acompasada puede leerse aquí. Es la nueva espiritualidad que pregona el Grupo PRISA, Bobelia y El País de los Culos: una espiritualidad para catetos, de una consistencia tal que, si se tira de la cadena, allá se fue. Esta nivola parece designada para menguados mentales: probablemente su público objetivo. ¿Será una forma de crear ciudadanos dependientes para la izquierda?

Sigue mencionando «El Proyecto» que aún desconoce el lector (quizá para bien).

Pág.22: Mallo informa de que, en su juventud, «llevaba pantalones ajustados negros», produciendo un suspiro de satisfacción en el lector, que llevaba largo tiempo (nueve páginas) aguardando una revelación como aquesta. Sigue: «cinturón de tachuelas piramidales de doble fila». Aunque se entienda (como los jeroglíficos), no eran las tachuelas las que eran de doble fila, sino la doble fila la que era de tachuelas. Entre su atuendo ochentero (que no importa ya a nadie, dicho sea de paso) figura también «un reloj rosa con la esfera de Micky Mouse». Uno: Se escribe Mickey; dos: ¿la esfera de Mickey Mouse? Es de una pobreza expresiva sin igual: puede querer decir que la esfera tenía la forma de la cabeza del roedor mutante de Disney, o de su cuerpo, o que tenía un dibujo del susodicho, etc... Mallo: tú tuviste el reloj pero, la mayoría de nosotros, no.

Al estilo progre, cual Maruja Torres, propaganda del bar Bergantiños, de Santiago de Compostela.

Pág.23: Comienza a presumir de progre: «aquel barrio proletario». Cada vez que un gafapasto pronuncia «proletario», muere un gatito en alguna parte.

«esa ley de la supervivencia que nos obliga a adaptar lo que tenemos a mano a nuestras fantasías y propósitos» es una pobretona filosofía de vida. ¡Otro resignado literario!

Mallo decidió, en su juventud, pedir siempre la misma bebida (propaganda de Coca-Cola) para evitar tener que pensar y tomar decisiones: «de esta manera ya tenía resuelta la decisión de qué tomar y podía concentrarme en la tele o en escuchar las conversaciones». Hay que reconocer que decisiones de tamaño calibre pueden provocar una incipiente sobrecarga neuronal, con el aumento de estrés que ello conlleva, por lo cual resulta peligroso repetirlas a diario, existiendo el riesgo de que a uno le explote la cabeza. Por no hablar de la economía de tiempo: ¿quién no se ha perdido un telediario completo mientras decidía qué iba a beber? ¿Quién no ha pasado en trance toda una tarde de copas por no llevarlo previamente apuntado?

«jugos de Coca-Cola», querido Mallo, permite que te de una sorpresa: ¿sabes lo que son los «jugos de Coca-Cola»? No te lo vas a creer, pero resulta que son Coca-Cola. Por ejemplo: si se exprimen unos centilitros de Coca-Cola, se obtiene Coca-Cola. ¡Miracolo!

«ancianos [...] farfullaban y de vez en cuando emitían un sonido», emitir un sonido está implícito en farfullar.

Los amiguetes de Mallo leían Mundo Obrero, y añade: «me observaban como un marciano recién aterrizado en su Gulag». Pero, ¿sabrá este chico lo que es un Gulag?

Así se expresa un físico: «cacharrería teórica».

Pág.24: «continué viendo Miami Vice en la Grundig». La serie en cuestión se llamó aquí «Corrupción en Miami», por mucho que decirlo en inglés sea megacool. Referirse a una televisión por su marca es chorruno: un televisor no posee la personalidad de un vehículo (y menos si es Grundig). Puede hablarse de conducir un Renault, pero no de tostar pan en la Phillips o de ciscarse en el Roca.

Filosofía cocacolera: «aquel mejunje que tenía en mi boca no se parecía a nada conocido antes por la civilización, no era como otros refrescos, que recuerdan a frutas o especias [...] no se parecía a nada salvo a sí misma». Citemos al DRAE: «cola3.(Del mandinga k'ola).1. f. Bot. Semilla de un árbol ecuatorial, de la familia de las Esterculiáceas, que por contener teína y teobromina se utiliza en medicina como excitante de las funciones digestivas y nerviosas.2. f. Sustancia estimulante extraída de esta semilla.3. f. Bebida refrescante que contiene esta sustancia». Y, sí, la Coca-Cola no se parece a nada, a ningún refresco de cola, ni siquiera a la Pepsi, la Meca-Cola o la Hacendado-Cola. Este chico cree que las Coca-Colas vienen de París. Al menos ha levantado el vuelo de la filosofía cacagatuna a la filosofía cocacolera. Nos hallamos ante un nuevo Sócrates.

Pero sigue, el tío: «me pareció un salto evolutivo y definitivo en la Historia de la humanidad». Ni siquiera un mal escritor escribiría semejantes estupideces. La aparición de Mallo en la escena literaria es comparable a la de la freak Tamara en la escena musical. La gente se descojonaba de ella, pero ella les sacaba los cuartos. (Yo he robado este libro, pero pienso devolverlo muy pronto).

Págs.24-25: En dos páginas reitera cuatro veces la marca Coca-Cola. Existen otras maneras de referirse a lo que uno bebe.

Pág.25: «el primer producto de consumo realmente producto de nada», que no Mallo, ¡que viene de una planta!, «creado por la propia necesidad de consumir un objeto sin filiación ni raíces», completamente tontuno lo de raíces, proviniendo de una planta, y chorruno lo de «sin filiación», cuando el refresco elegido posee una potente imagen de marca.

Presume de amoral y del estupor que le causan los artistas que poseen una moral: «hay que ser muy petulante para creer que tú posees el sentido de lo verdaderamente justo y tu vecino no». ¡Pero si esto es precisamente lo que estás haciendo, inocente! Aplícate tu moralidad amoral y multiplícate por cero.

Leyendo «por eso me gusta Norteamérica, porque, como yo, son paletos», el lector se muestra conforme.

«comparto al 100%», nuevamente cifras. Un libro no es un cartón de cereales (bueno, quizá este sí), en un libro se escribe con letra.

«hay que considerar la Historia como un gran supermercado, sí, esa frase me gusta, la Historia como supermercado, me la tatuaría si». El lector se alegra de que a Mallo le gusten sus propias frases, pero no de que las repita, y mucho menos de que las coleccione o publique.

Vacuidades sobre una película que ha visto y un libro que ha leído.

«cosa que poco después descubrí», y una línea más abajo: «cosa que corroboré mucho tiempo después».

Pág.26: Fonendoscopio mediante, Mallo registra psicofonías en los pulmones de su pareja.

Mallo dice no representar escenas de sexo porque «son irrepresentables, nunca quedan bien llevados al papel o a la pantalla, siempre parecen falsos o ridículos, o cutres, o triviales, o risibles, o infantiles». Pues, mi querido Mallo, esto es precisamente lo que parece tu nivola hasta el momento presente. Cabe suponer que, de elegir tú un tema tan elevado como el sexo, ello habría resultado una hecatombe literaria. Por último te indico que existen seres, más capacitados que tú, cuya habilidad les permite sortear tu problema de cutrez.

Los sueños, el sexo y las cocacolas «sólo se parecen a sí mismos», dice Mallócrates, y su pareja le contesta que, entonces, se parecen entre sí. El lector comprende que existe más trascendencia en una telenovela que en un libro de Agustín Fernández Mallo.

Pág.27: Y dale con el Proyecto, al parecer «pergeñado detalle a detalle» pero hurtado al lector.

«un lugar de típico veraneo», no: un lugar típico de veraneo. La cualidad de típico la posee el lugar.

«un apartamento, decoración neutra y funcional, correcta», ¡hombre! ¡ya está Mallo moralizando otra vez! Lo que pasa es que este chico de cuarenta años sólo moraliza sobre gilipuerteces. Y, claro, luego va de amoral.

«esos días fueron fantásticos, como días de cumpleaños y noches de reyes», generalización absurda, pues no todo día cumpleaños es fantástico, ni tampoco toda noche de reyes lo es. Cualquiera puede observar elementos vulgares y comunes en días como estos, a menos que para observar utilice el ojo del culo.

Págs.27-28: «hacíamos el amor en todas partes», como por ejemplo en el interior de la taza del váter o colgados de una antena parabólica.

Pág.28: «dormitábamos a cualquier hora y comíamos a deshoras», hora-horas aparte, no es dormitar lo que Mallo hacía, pero él cree que «dormitar» es más literario que «dormir», ¿verdad?

«volvíamos al único paraíso que existe, la infancia», ¡hombre!, ¡ya era hora de que alguien nos lo aclarara! Benedicto XVI ya ha presentado su dimisión.

Sigue: «aquel en el que el tiempo está por construir y por lo tanto es infinito», no es esto lo que querías decir, Mallo. Continúa: «ese paraíso que ya de mayores reconstruimos en cada día de asueto». Yo estoy contento de que Mallo tuviese una infancia tan feliz, pero la generalización no deja de ser estúpida, y por partida doble: otros no la han tenido y, los que sí, pueden disfrutar de una adultez incluso mejor, sin verse condenados cada día de asueto a recordar a Espinete.

«Tailandia [...] se me antojaba, como todo país que detente una bandera, absurdo y carente de interés», pues vete encargando una pistola porque tengo una sorpresa para ti: te queda la Antártida y poco más. Ah, y «detentar», por muy ampuloso que resulte, es incorrecto, como Mallo sabría de haberlo buscado en el diccionario. Pero es que Mallo pertenece a ese grupo de jóvenes escritores que cree que «detentar» es más literario que «ostentar», debe de sonarles más potente o algo así.

«creo mucho en las casualidades». ¿Qué pensará Mallo que es creer en una casualidad? ¿Sabrá que éstas se producen crea él en ellas o no?

Propaganda de La brújula, de Jorge Carrión, y autoplagio de un texto leído en la presentación de un libro.

Pág.29: Primer punto del texto. Resulta penoso chulearse de renovador de nivolas utilizando trucos del siglo pasado. Y es cateto (o paleto) pensar que sólo en esta capullada consiste la literatura. Con este recurso formal se pretende ocultar el casi inexistente fondo de esta nivola que, correctamente escrita y sin bombardeo mediático grupoprisero, sería a lo sumo un conjunto de vacuidades. Escribir así hoy es tan experimental como la catapulta.

Sobre Chiang Mai: «un ambiente muy a lo Blade Runner: puestos de venta en la calle como chabolas entre altos edificios y siempre lloviendo». Resulta interesante señalar que, además de «a lo Blade Runner», este ambiente también podría calificarse como «a lo El Rastro en abril», pero es que a este chico le puede lo poppy y no se da cuenta de lo que escribe.

Cruzando un «quimérico paso de peatones», una moto atropella a Mallo y su pareja (debía de ser una moto de las grandes, con sidecar y remolque): La expresión «Salimos por los aires» resulta cómica.

El lector, leyendo que Mallo se rompe la cadera y permanecerá durante «25 días» (se escribe con letra, Mallo) en el hotel, presume que va a divertirse todavía más. Es ridículo comparar estas vacaciones frustradas con La ventana indiscreta de Hitchcock.

Pág.30: Propaganda de Lateral.

«recuerdas con especial reverdor», bastaba con verdor.

Ahora Mallo está utilizando puntos. Se le habrán acabado las piedras para la catapulta.

Nombra el cuento que ha originado el chiringuito de la Nocilla y no nombra a su autor.

Pág.31: «me di cuenta de lo felices que son los enfermos, que no hacen nada». Sí, no hay más que pasarse por la sala de enfermos terminales de cualquier hospital: juerga asegurada.

Pregunta: ¿Cómo se escribió Nocilla Dream? Respuesta: «escribí en esas libretitas que hay para apuntar chorradas».

Mallo dice que escribió hasta en los billetes de avión, se ve que en Tailandia no venden libretas.

«Un 28 de julio me metieron en un avión». Mallo: esto está escrito como si te hubieran secuestrado.

Cuando Mallo explica que se dejó en el hotel una camiseta de Bruce Lee, el lector se rasga la túnica sagrada.

«¿Alguna vez habéis pensado dónde van todas esas cosas que la gente se olvida en los hoteles?». Para no corromper la inocencia de Mallo, tan sólo sugeriré que se las lleva una cigüeña que no vive cerca de ningún basurero.

Recurso barato: ahora nos desvela Mallo que el cuento nocillogenésico es de Jorge Carrión.

Pág.32: Resulta vacua esta narración a propósito de las coincidencias. ¿Qué le importa al lector que Mallo y Carrión estuvieran ambos dolientes en un hotel de Tailandia y Mallo lo descubriese a partir del cuento de Carrión? ¿Esto es lo más importante que le ha pasado a Mallo en su vida?

¡Oh, no! El lector se consterna al comprobar que la utilización de puntos respondía al autoplagio. ¡Vuelve la catapulta!

«esa occidental mochila a la espalda», temo que el llevar una mochila a la espalda no sea un invento tan occidental como cree Mallo.

«nuestro Proyecto [...] sobre el cual aún no habíamos cruzado una sola palabra». El lector tiene la sensación de que la nivola acabará sin que se haya aclarado este punto.

Entre el equipaje de la pareja de Mallo está una «bolsa de hipermercado con exactamente 107 bragas recién compradas». Habrá que avisar a los historiadores. Quizá hasta Madrid bautice una de sus calles: «Avenida 107 bragas».

Pág.33: «un chico joven, que de cerca no lo era tanto». Esta gilipuertez simplona es muy Javier Marías. No, Mallo, el chico, de cerca, era exactamente igual de joven que de lejos; pero tú querías decir otra cosa. Ser negligente no es literario.

Propaganda de Adidas Campus. ¿A quién le importan las zapatillas del empleado de la gasolinera, Mallo? ¿Esto es lo más relevante con lo que te has topado en el mundo? ¿Casualidades absurdas, zapatillas de marca y centurias de bragas?

No se utilizan corchetes a no ser dentro de paréntesis, Mallo. Sepa el navegante que dejo de contar parejas de corchetes y números escritos con cifras.

Hablando de él y su pareja, Mallo se pone épico: «éramos el binomio perfecto, el sofá biplaza que cualquiera quiere poseer». ¿Por qué no continuar? Éramos el dúo dinámico, las cachas más prietas, los testículos más nivelados...

Págs.33-34: La frase de Warhol acerca de cambiar de estilo cada semana es chorruna por hiperbólica. Mallo y su pareja dicen: «la suscribíamos al 100%».

Tontuna comparación con Bonnie y Clyde.

«la línea de costa propiamente dicha» es escritura funcionarial.

«a veces llegábamos a una aparente cima que era un altiplano que podría considerarse a todos los efectos infinito». A Mallo le encanta la palabra infinito; como no puede novelar, esto es, construir una realidad fingida consistente, pues embute palabras altisonantes como «detentar» o «detentar», nombres mediáticos o ilustres como Andy Warhol o Hitchcock, títulos de películas como Blade Runner, etc...

Nueva aventura: el coche bota al pasar sobre una barra y: «a ella se le movieron los pechos, no era un truco, se le movieron». ¿Por qué nos explica que no era un truco? Conocemos la dinámica del busto femenino. ¿Acaso hay mujeres cuyo movimiento pechuguil haya sido trucado?

Pág.36: Leyendo «un campo de juegos que, sin duda, Mussolini había levantado para sus cachorros», el lector recuerda lo manido de la palabra «cachorros» para referirse a jóvenes etarras. Lenguaje mediático para literatura mediática. Otrosí: ¡qué malos son los fascistas! Y habrá quien se crea que esto es de izquierdas.

«desmesurados volúmenes cúbicos llamaban tanto a la quietud de la idea platónica», como, por ejemplo, a la quietud de la idea platónica del odio. ¿Qué pensará Mallo que es una idea platónica? ¿Una pastilla de Prozac?

«llamaban tanto a la quietud [...] y a los paisajes de los cuadros de Chirico». Supongo que se referirá a la quietud de este:

«era una cuestión de proporciones, mejor dicho, de desproporciones», estúpido relleno y chorruno juego de palabras. Ambas expresiones significan lo mismo.

Nueva repetición absurda: «al que habíamos entrado a comer algo, a ver rodar los papeles entre los coches en el muelle, a observar la llegada de los barcos, a nada, minutos antes de conocer la muerte de la gata». Nótese el choque entre la pretenciosa repetición con afán de poesía y la supina capullada del gato muerto.

«Quizá toda persona inestable lo sea porque ha caído en un error de medida». ¿Qué tendrá que ver un error de medida con el autocontrol? Puede medirse estupendamente al nanómetro pero no ser capaz de detenerse en un punto.

Al leer «le confesé una secreta manía, manía que a pesar de los años de convivencia ella nunca había sospechado: mi necesidad de dormir en camas que tuvieran las mismas proporciones que una hoja DIN-A4», el lector suelta una carcajada. ¿Qué editor puede tomarse esta gilipuertez en serio?

Lo anterior, además de otras chorradas, «es la única manera de poder escribir». Imagine el lector a Dostoievski diciendo que sólo puede escribir si duerme en camas formato DIN-A4. Lo hubiesen ejecutado.

Pág.37: «edificio que como todo lo excesivo ejerció sobre nosotros una fuerza telúrico-estética», comas faltantes aparte, esta chorrada no significa nada. Es el resultado de creer que el lector lee la mente al escritor, en lugar de su novela.

«hay una especie de ley universal que afirma que todo fenómeno fascista necesita de otro fascismo de su misma medida para derribarlo, esto es así,». El fascismo alemán fue derrotado en parte por la democracia estadounidense. El comunismo ruso cayó por su propia mediocridad. Sin embargo, esta frase nos revela el peligroso rojerío del autor, quien cree que para cargarse el «fenómeno fascista» de la calidad literaria, es necesario el «fenómeno fascista» de la mediocridad garrula. ¿Sabe Mallo cómo se terminó el franquismo? Porque se cayó el solito y sin ayuda. ¿Habrá oído hablar de la transición entre un episodio de El coche fantástico y otro?

Nueva tontería que no significa nada: «no puede haber litigio ni guerra entre dos fuerzas que no sean idempotentes». Mallo multiplica bando republicano por bando nacional y obtiene por resultado la derivación alterna del paracleto universitario. El lector comienza a dudar de su estabilidad mental. ¿Sabrá este chico que de dos personas de izquierdas puede nacer una de derechas y que, de dos de derechas, una de izquierdas?

«entre émulos de infancia», ¿competidores de infancia? ¿Quiénes? ¿Posee un sentido algo en esta nivola?

«el porta CD», querido Mallo, los prefijos se unen a la palabra en cuestión. Si tanto te preocupaba unirlo a unas iniciales, haber escrito portacedés.

Escribe «grabaciones piratas» por «música descargada ante la falta de un modelo negocio digital».

Pág.38: Posible trauma infantil: «ahora me resulta curioso que jamás haya visto una película de Disney».

«personas tiradas en la playa y encajadas en los barracones», estúpida imagen donde las haya.

«la voz de una cantante rodaba, volvimos a rodar», el primer rodamiento es ridículo, el segundo profundiza.

«el sonido de un mar sólo intuido». A ver, Mallito: si oyes su sonido, no lo estas intuyendo, ¡lo estás oyendo, cazurro!

Conato de poesía: «un haz de aire».

«un bikini, un excelente dos piezas», es que, si no, sería un bañador o un triquini.

«aquel bar [...] que se parecía mucho a otro [...] a comer algo, a ver pasar los barcos, a ver los papeles moviéndose entre los coches, a nada». Encontrar esto cada dos páginas es prueba suficiente de impotencia narrativa.

«el paraíso musulmán no es el cielo sino Las Vegas, el vergel de mujeres bien dimensionadas, felicidad sin The End y agua cristalina en mitad del desierto que se les promete a los musulmanes». Esta sarta de paridas es prueba de en lo que Agustín Fernández Mallo y la editorial Alfaguara quieren transformar la literatura española. El lector siente vergüenza por delegación.

Mallo recurre a una reiteración constante de expresiones: «todo era como ajeno a nosotros y nosotros ajenos a todo».

El lector comprende que esta novela puede leerse en diagonal, salteadamente, sin que exista una pérdida de significado. De hecho, podría no leerse sin que ello supusiese una pérdida de significado.

Abundantes reiteraciones de palabras. A destacar: «paleto, muy paleto». ¿Será una imitación de James Bond?

Dice que «se dice más con lo que se calla que con lo que se enuncia» pero, en el caso que nos ocupa, el lector no advierte ninguna diferencia.

Pág.40: Compara la escultura con el punto de cruz, calificándolas como absurdas.

«me resultaba imposible leer cómics, no los entendía, no conseguía seguir la historia». El autor afirma no ser capaz de leer cómics por no comprender su mecánica. Pues mira, Mallo: hay unos dibujitos que son lo que pasa, y unos globitos con lo que dicen los personajes; a veces hay cajitas de texto de un narrador, que es un señor que cuenta lo que pasa. Pero, ¿tú eres tonto o qué?

«Pere Joan, me dijo que lo importante en el cómic es saber leer el espacio en blanco que hay entre viñeta y viñeta». Tras escuchar esta tosquedad, Mallo descubrió que, de una viñeta a otra, ese señor tan quieto llamado Spiderman resulta que se mueve y cambia de postura. No es que tenga muchos clones. Supongo que Mallo debió de palmearse la frente: ¡Ahora lo entiendo!, debió de gritar. ¡Resulta que esta gente no está quieta! Se mueven... ¡pero entremedias!

Este burdo cacho de texto sin puntos, de la Editorial Alfaguara, alcanza las más altas cotas de estupidez humana. Es lo que sucede cuando se le dice a un cualquiera «Tú escribe lo que sea que nosotros lo publicamos y te juro que sale en todas las putas revistas»: que lo hace.

Pág.41: poopoesía: «la enjuta nada».
«una rebanada de Nocilla, con su aspecto de carne». Esto es muy cierto, me consta que en El Bulli sirven un solomillo falsificado a partir de este grumo.

Pág.42: El lector puede encontrar en esta página cómo Mallo se abre la bragueta y poetiza sobre una rebanada de Nocilla que mastica. Entre otras perlas: «era también residuo, excremento». No, es un producto: se fabrica y se vende en tiendas. ¿No será Nocilla casera?, piensa el lector.

La poética es estúpida; la puntuación, inexistente.

Tal como se ha dicho, cada dos páginas: «aquel bar [...] que era idéntico a otro [...] a comer algo, a ver pasar los barcos, a ver los papeles moverse entre los coches, a nada». Sinceramente, creo que la quiebra del Grupo PRISA supondría un impulso para la literatura española.

Sigue una retahíla de tontianécdotas de turista. Recordemos que se nos vendió a la Generación Nocilla como chicos viajados. ¿No podían haber sido jóvenes de pueblo como Hermann Hesse?

«un título tan escolar, pero da igual», pues si da igual, ¿por qué no te callas? Pero no lo hace: «hay que comprarlo aunque sólo sea por compasión, por solidaridad, por crear puestos de trabajo». Casi parece que esté suplicando. Con lo leído hasta ahora, el lector siente la necesidad de descojonarse en la cara de Mallo.

Pág.44: «me pareció una chorrada, una novelita de verano», «una docuficción o algo así», «me fascinan las docuficciones, ahí está Gran Hermano». Imbecilidades vacuas aparte, sentirse fascinado por la telebasura demuestra una gran estupidez y un profundo mal gusto.

«la Biblia, cosas cotidianas que una vez filmadas y montadas». ¿La creación del mundo fue algo cotidiano? ¿Y la destrucción de Sodoma y Gomorra? Este es el resultado de haber destruido la crítica literaria española. Que ahora la novela española es la misma basura que el cine español.

«un idioma a efectos prácticos desconocido para mí», Mallo cree que, si hubiese escrito sólo «desconocido para mí», no sería literatura. Se equivoca: sigue sin serlo.

«personas [...] a pie de tragaperras». Nueva substitución de escritor aficionado al que nunca se ha corregido, ¡pobrecillo!

Pág.45: Imbecilidades a cuento de «la masa». No se refiere al tipo verde.

Saltarse un par de páginas de este libro no alteraría su argumento, puesto que no lo tiene. Es sólo una colección de anécdotas idiotas, frases subnormales y pensamientos absurdos.

Nueva cama: «la cama piramidal». El lector presupone que de planta DIN-A4.

Pág.46: «la soledad infinita de no ser observado por nadie, la desgracia que supondría sufrir ese desprecio». Pues precisamente por ahí comienza todo poeta y novelista, lo que explica que tú no lo seas.

Nueva alusión a una cena en otro viaje, tan superficial como todas las anteriores. Agustín Fernández Mallo es un perfecto ordeñador de toros eunucos.

Pág.47: Nuevo hito literario: «exageración en estado puro». Antes ya habló de consumismo en estado puro.

Prosiguen las menciones al «Gran Proyecto».

Pág.48: «Dale a esta mujer una idea y unos cuantos millones de dólares y Bin Laden a su lado sería un Boy Scout, qué buena frase, ella siempre estaba cargada de buenas frases». Es tan gracioso que me he pegado dos tiros de ruleta rusa. Por desgracia sigo aquí. Mallo: Bin Laden es responsable de miles de muertes, no es comparable a una (pág.47) «gorda talibana» que se queja del humo.

«decidió que estaba más caliente porque estaba más caliente que mi mano». ¡Este tío es un genio!

Pág.49: El lector supone que «la materia propiamente dicha» se refiere a materia «a efectos prácticos». «si es que tiene algún significado la frase ‘materia propiamente dicha’». Lo tiene: es el mismo que «a efectos prácticos» o «en estado puro»; son coletillas mediáticas con aire pedantuesco, para dar importancia a lo que no la tiene.

«visto y leído sin cesar en nuestra casa, verano e invierno», se ve que Mallo no lee ni ve la tele ni en otoño ni en primavera. Se dedicará a hacer ganchillo.

Este tipo de libros Alfaguarranos, publicados por gente castrada de criterio, tan sólo sirve para espantar a lectores potenciales. Un inocente lector que haya comprado este zurullo, ensalzado por críticos subnormales, se hará una idea equivocada de lo que en realidad es la literatura.

Pág.50: Propaganda de Mackintosh, como antes de tabaco Lucky, de Nocilla, de Paul Auster y, nuevamente, de Coca-cola.

Propaganda de Tele-Pizza.

Otro ejemplo de cómo sustituir palabras al tuntún resulta antiliterario: «deglutíamos aquellas películas y teleseries».

«toda cosa, frase u objeto, pensada o dicha con la suficiente seguridad y profundidad, se vuelve importante, y[,] aún más, trascendente, crea su propia estética». Ejemplo: Fernández Mallo siendo estrangulado por una anaconda con cabeza de polla.

Mallo pone como ejemplo decir «la sopa está buena» «mirando a los ojos a la cocinera de la misma manera que mirarías una explosión definitiva [?]» y dice que «la frase adquiere una profundidad casi metafísica». Aparte de que cree que la palabra metafísica dota de trascendencia a lo que es estúpido, Mallo es incapaz de comprender que la estética no procede de ningún tipo de rotundidad ni fingimiento. No consiste en decir «en estado puro», «a efectos prácticos» ni «metafísica infinita». La estética de su escenita con la cocinera no depende de una seguridad, ni de una fe, ni de hipnotizar a la pobre cocinera cual Svengali. Depende de las técnicas que corresponda al soporte en cuestión, sea libro, cine, etc... Técnica que, en literatura, él ha substituido por la funesta pretensión de que, cualquier capullada que se le ocurra, será transformada en genialidad por arte de birlibirloque. Pero ni siquiera el Grupo PRISA puede crear estética donde no la hay. Lo único que puede es embaucar a la gente.

El Proyecto es todavía «una suerte de dúctil antimateria en cada una de nuestras cabezas», genuina imbecilidad que implicaría la explosión de las cabezas de ambos (suponiendo que contengan materia).

«un Proyecto ni pensado aún, ni tan siquiera intuido». Mallo, si no lo has intuido, ¿cómo le has dado un nombre? ¿Para qué contratar un corrector si queremos vender mierda?

Pág.52: «creo que puede decirse que soy un mediocre». El lector asiente con vivacidad.

Repite el chocheo sobre ver barcos y a nada. No volveré a reproducirlo.

«una vida de la que al final sólo queda un excremento en una palangana de arena perfumada», curioso recuerdo que mantener de tu gato. Por extraño que parezca, yo me guardé una foto.

Pág.53: Repeticiones continuas e innecesarias para hipnotizarnos cual cocineras.

«toda la literatura universal está fraguada con inducciones imperfectas afortunadamente cometidas por mediocres». ¡Ajá! Mallo se jacta de mediocre pero luego dice que todos son iguales que él. Buen intento, pero es un truco muy viejo.

Su novia tira al río los planos del Proyecto, mostrando así su cordura.

«una de las cosas más extrañas es la existencia de lugares inhóspitos», «ese fenómeno por el cual, el hombre, que al fin y al cabo es vida», ¡como Bin Laden!, «le da la espalda a ciertas naturalezas». Tiene razón, ¿por qué no vivir en una cloaca? Pero si las cloacas están llenas de vida: bacterias, ratas, cocodrilos...

Refrito a costa de Octavio Paz: culturalismo de nombres.

«un bosque no muy grande a cuyo final nunca llegué», bosque unidimensional sería.

«yo casi no he leído narrativa», ¿por eso calificas a otros autores de tan mediocres como tú? ¡Ellos no tienen la culpa!

Pág.55: insiste en que los lugares inhóspitos no existen. El lector se pregunta si Agustín Fernández Mallo ya era así cuando lo descubrió el Grupo PRISA, o si ha superado un curso de formación especial.

Ahora suelta que las parejas se dejan por temor a la perfección de su relación. Triste excusa para un pseudoidealismo menguado. Se trata de una degeneración de la izquierda. Leer este libro le hace creer a uno en el despido libre.

Pág.57: Describe «haces de luz circulares que al impactar en el suelo le daban a éste una configuración de piel de leopardo», cuando la piel de leopardo está configurada a la inversa.

Pág.58: Nos cuenta que en 4º curso tenía dos televisores: uno que se oía y otro que se veía.

Págs.58-59: Retrato del artista universitario: «hacía fotos a las habitaciones vacías de mi piso y después las pintaba con lápices de cera Plastidecor». Señores de Alfaguara y del Grupo PRISA: es cierto que los escritores jóvenes son todos muy malos, pero ¿era necesario elegir a este tipo?

Pág.59: Cuando el lector creía que este libro no podía caer más bajo: «llegar a concebir la tele como un instrumento de mística total, el brazo ejecutor de una sabiduría absoluta», «cada eslogan publicitario es un mantra zen». Esta paja submental esta plagada de disparates tontainas como los precedentes. Alfaguara juega a vender mierda con cubiertas.

Tontuna mención a un «Seven-Eleven», cadena de tiendas que cambiado de nombre tropecientas veces.

¿Qué es escribir para Mallo? «Un ridículo pero efectivo sentimiento de romántica superioridad». En el caso que nos ocupa sobra lo de efectivo.

Pág.60: «con el tiempo entendí que mi novela era malísima». ¿Y no entendiste que podría volverte a pasar con la siguiente?

Cuenta que «poesía es todo objeto, idea o cosa en la que encuentro lo que esperaría encontrar en la poesía». Pero no dice qué.

Pág.61: «un lugar al margen del planeta Tierra y sus fascistas funciones mecánicas, éticas y biológicas». Nuestro planeta no tiene ninguna función ética. En cuanto a las otras, no está demostrado que sean fascistas.

Pág.62: Mallo lee un pasaje de un libro. No lo encuentra al día siguiente. Conclusión: el pasaje ha desaparecido creando un «paisaje inhóspito» que él ha de buscar. Bueno, esto ya es algo que tiene sentido: es la famosa filosofía de la paja mental desarrollada por el eminente Pajócrates Mentaliensis.

Págs.62-63: Una camarera «se movía con suma precisión, como si actuara o se hallara bajo los efectos de alguna sustancia que impide ver más allá de lo inmediato, que impide que exista un eco en torno a ti o un campo de resonancia de palabras o de la propia respiración». Sustancia que se extrae mediante un autosónar de realidad místico-deiforme, potenciado por un microagujero negro de carátula cuántica y triple esfínter.

El Grupo PRISA parece querer fabricar una literatura apta para subnormales. Tal es su idea del homo sapiens.

Pág. 64: Nueva paja mental contra el viento: «como la Coca-Cola, erigirse en algo sin parangón, un salto evolutivo en la especie humana». Este tío confunde la Coca-Cola con los X-Men.

No estoy contando las veces que repite cómo su novia le dice «pásame el encendedor» y él repite que ella no dijo «pásame el mechero» sino «pásame el encendedor». He dejado el libro abierto en el bar mientras iba al servicio y a la vuelta me he encontrado a la cocinera hipnotizada. El dueño casi me echa.

Sobre la lluvia: «no deja de sorprenderme que de repente la esfera terrestre en ocasiones se cubra de agua, caiga atrapada por una capa de agua». ¿Toda la esfera? Otrosí: no me extraña que Mallo crea poder hipnotizar cocineras, este chico se emboba hasta mirando los cristales de sus propias gafas de pasta. Quizá todo esto se pueda solucionar comprándole una Playstation. Y estoy por hacer una colecta.

Pág.65: Primero suelta: «soy nómada por naturaleza». Más adelante: «no entiendo cómo alguien necesita desplazarse». Alguien confunde nómada con sedentario.

postpoesía: «no soporto el Reino Vegetal, me cae mal». Vertida y leída tamaña degeneración mental, resulta lógico que Mallo odie la naturaleza.

Pág.66: Mallo, sobre romperse la cadera en Tailandia: «era ésa mi idea del verano perfecto». Tú avísame el próximo, que yo te ayudo.

«mi flanco derecho» para referirse a su costado.

Pág.67: «tuve verdaderos deseos de romper el cristal y tirarme desde el piso 19». A esto se le conoce como el mal menor.

Habla de las Torres Gemelas y la gente que se arrojaba de ellas «de puro miedo». Frivoliza sobre «la multinacional Bin Laden & Co.».

Las notas de Mallo, perdidas: «se perdería en el cubo de la basura de un hotel tailandés, irían al mar, y de ahí al estómago de un pez que quizá algún editor español compraría ultracongelado en el supermercado de su barrio para comérselo una vez frito». La nivola está plagada de originales pasajes como aqueste, que deslumbran a los críticos (tan acojonados por el Grupo PRISA y por perder su puesto de trabajo, que se han convertido en meras putas de feria que fingen orgasmos).

Pág.68: Según Mallo, la gente no se ríe durante el orgasmo porque está en juego la supervivencia de la especie, lo cual es algo muy serio. Habla de «la seriedad de las conejas y los conejos», y de los ninfómanos. Resulta obvio que esta basura estaba contratada de antemano. El resultado es el mismo que en muchos premios literarios: un ametrallamiento de gilichorradas que produce lipotimia al lector.

Pág.69: Por no darle la vuelta a su gabardina, la novia de Mallo se la pone del revés. El lector supone que nuevas hordas de cocineras siguen cayendo hipnotizadas.

Mallo relee un letrero para copipastear lo que pone.

Habla la novia de Mallo: «¿Qué coño hacemos?, siempre tenía alguna frase genial». ¡Qué genial! Clint Eastwood debería apuntársela para sus películas.

Pág.70: En pocas líneas: «sí», «diríamos», «digámoslo ya». Esto es el relleno que se elimina del borrador.

Repetición de la frase del bar, los barcos y a nada.

Pág.71: Conato literario: «el dedo índice, ancho y robusto como la pezuña de un bisonte». Debía de ser la leche al hurgarse las napias.

Págs.71-72: Ahora que por fin quiere contarnos algo, Mallo demuestra su impotencia. Este par de páginas está tan mal escrito, y tan mal preparado lo que se cuenta en ellas, que cuesta enterarse de qué leches cuenta.

Pág.73: sobre un libro se da «una rivalidad por intentar detentar su posesión». ¡Haber guardado el ticket de compra! Nuestros jóvenes escritores creen que el verbo «detentar» es genéticamente superior a «ostentar», no saben lo que significa cada uno.

Atrapado en la habitación del hotel por su rota cadera, Mallo y su novia se practican unas pajas mentales con densidad inferior a un cuesco. Compiten por leer (y detentar) un libro en portugués, no sabiendo portugués.

Pág.74: Por cierto, navegante: ya que Mallo no utiliza el punto, no estoy reseñando errores de puntuación. Al fin y al cabo, media nivela lo es.

Otra vez el puto bar.

Pág.75: Si Marías filosofa sobre pollas en la boca, ¿sobre qué lo hará Mallo? «ella se alarmó porque le quedaban pocas bragas, ella se ponía unas bragas nuevas cada mañana, bragas que cada noche tiraba a la basura sin cargo de conciencia». ¡Me rasgo las vestiduras! ¡Con el hambre de bragas que hay en el mundo!

«cada primer día de mes compraba 30 o 31 unidades, aquella noche se alarmó porque creía que traía 94, pero se había confundido de bolsa, le quedaban 11». ¡Noooooooo! ¿Qué pasará? ¿Repetirá bragas? ¿Lavará alguna? ¿Usará una hoja de parra? ¡Gracias, Editorial Alfaguara, por hacer plena mi vida!

Pág.76: Sobre la madre de Mallo: «ella vivía en un pueblo de León, ya existía la Guerra Civil». Acabarían de inventarla. Mallo, te lo explico como Google: quiso decir había comenzado.

La madre de Mallo se duerme. Cuando despierta, le anuncian que la guerra ha terminado. Mallo ilustra así cómo «el acto de dormir» puede cambiar el mundo. Como lo lees, navegante.

Pág.77: Mallo dice que «hay una ley no explicada» y nos suelta que para que algo exista ha de repetirse. Que no, Mallo, que no: para que exista, no, ya existe la primera vez; tiene que repetirse para que estemos allí la segunda vez con una cámara de fotos.

A la hortera visión del bikini con dos margaritas de la novia de Mallo, añade él: «margaritas que por un momento se me hicieron dos huevos fritos». ¡Qué gran poeta! Imagine el lector con qué compararía Mallo nuestro astro rey. Efectivamente, con un huevo frito de dinosaurio.

Pág.78: «nuestro magno proyecto». ¿Será que hacen mucho que no comen fibra?

Dos citas culturetas tratan de barnizar de importancia el fin de la primera mitad de este truño. Aparece el primer y auténtico punto. ¿Qué ha sucedido en ochenta páginas? Se han dado a unas anécdotas más vueltas que a un pollo al as, se ha pasado en coche por dos sitios y se han tirado los planos del «magno proyecto». Resulta fácil adivinar que esto no acabará en nada.

Mitad de novela. Críticas sobre este zurullo, todavía colgante, que pendula, como queriendo duplicarse por estrangulación del esfínter.


Dice Ricardo Senabre, en El Cultural:
«historia fragmentada, con escasas dosis de ficción, mezcla de elementos gráficos y de imágenes de distinta naturaleza, inserción continua de citas o pasajes de libros y autores diversos, asociaciones inesperadas, reiteraciones de motivos, y todo con el propósito de lograr una especie de discurso circular cuya propia estructura formal, mucho más que las exiguas informaciones proporcionadas por el texto, traduzca una visión del mundo». Fragmentada sí que está, tanto que no existe trama. Al «elemento gráfico» del cómic y las fotos con Plastidecor ya llegaremos. El relleno de citas y embutido de nombres resulta grotesco. Por «asociaciones inesperadas» quiere decir pajas mentales vacuas; «reiteraciones de motivos» equivale a la frase gilipuertas del puto bar. Un «discurso circular» es, en efecto, algo que no va a ninguna parte. En cuanto a la única visión del mundo que se ha traducido hasta ahora, es que este chico no ha hecho nada útil con su vida, no ha leído a los grandes poetas o novelistas, y ahora quiere vendernos lo que sí tiene en la cabeza como si fuese oro puro. Pero, Ricardo Senabre, un crítico como usted, ¿cómo se deja tomar así el pelo?

«Es indudable el ingenio del autor», ¿se referirá al genial huevo frito doble?, «su habilidad, salpimentada con dosis de humor de buena ley». ¿Habilidad para cagarla, quizás? Tampoco hay aquí «humor de buena ley». Lo que produce cómo te han colado este bluf son carcajadas.

«muchos de los ingredientes y experimentos de la novela que, sin más, podemos considerar vanguardistas han sido ya probados en muchas ocasiones». Lo dicho, tan experimental como la catapulta.


Dice Ernesto Ayala-Dip, en Babelia:
«la monótona cadencia de principio, nudo y desenlace de la novela tradicional», esto es correcto, esta nivola es monótona y no hay por donde cogerla.

«cruce de códigos: la música pop, el lenguaje de los cómics, la virtualidad cibernética y un cuerpo de conceptos científicos», es decir, cita títulos de canciones, mete un cómic y empotra conceptos tecnológicos y científicos para chupar importancia de ellos.

«un transgresor concepto de expectativa, un factor que juega un rol esencial: no abrigar ilusiones: un acto ficcional sin principio ni final: sin esperanzas». Así que expectativas sin esperanzas. Este tío se cree que somos gilipuertas.

Cuando leo «acto ficcional», me imagino a Ayala-Dip gesticulando con las manos a toda velocidad, poniendo morro de flipado y exorbitando sus ojos. ¡Se llama escribir, so flipao!

«Un disparo directo al corazón de la representación novelística tradicional». Sí, con una pistola de agua.

«Quiere escribir para el mercado [...] Su lector sería el lector del futuro, independientemente de que su literatura tenga o no un futuro». Afirmación contradictoria, si escribe para el mercado, que es el de hoy, ¿cómo va escribir para los lectores del futuro?

«me parece que su autor casi traslada la misma sensación de zozobra existencial y metafísica que destila». Ayala-Dip: esto sólo traslada la impotencia de un autor, y la de un crítico para afirmar que esto es un bluf, una morralla empotrada por el Grupo PRISA. Aburrirse no es «zozobra existencial», como no lo es llenarse la cabeza de telebasura.

«El futuro dictaminará con más justicia que el crítico». ¡Ya lo hago yo! Es una puta mierda.

Claro que, si hubiese dicho otra cosa, lo hubiesen despedido de Babelia.


Dice Lector Malherido (Alberto Olmos), en su blog:
«Me ha gustado mucho. Es el mejor libro de los tres». ¡Aaaaaaaaaaaaah! ¡De la que me he librado!

«El narrador cuenta cosas banales, algo cutres incluso, viajes, campings, casinos, bragas, tiendas; y lo hace con sencillez». Se refiere a poner un solo punto.

«De vez en cuando, llega la reflexión (la propia de Mallo, imaginad), casi siempre particular y enriquecedora», Lector Malherido, ¿tú te has enriquecido con esto? Como se coma una pasa, le da un infarto.

«Importa más la voz que la partitura, y por eso suena tan bien». Es lo que pasa cuando no tienes partitura ni sabes componer: que la voz es suprema. Hay que tener muy poco gusto para apreciar esta morralla deslavazada.

(Lea el navegante los comentarios enfurecidos).

En su siguiente post se disculpa: «Recomienda y te sacarán los ojos». Será cuando recomiendas cagadas de camello. Que otras veces te lo agradecen. Pero estos niños lo que quieren es hacer amigos y perpetuar una mafia endogámica de mediocres.

Dos de estas críticas sólo han podido hablar de la ridícula forma en que escribe Mallo, rebuznando chorradas como «acto ficcional» o «elementos gráficos» para tratar de loar la capullada más grande desde la circuncisión de Moisés.

Leamos la sinopsis de la contracubierta: «relato tripartito», «cierre lógico y multidisciplinar», «road movie autoreferencial y visionaria», «demiurgo disfrazado de DJ ficcional», «Pura física elemental». Está escrito en bluflandés, que, como se ve, utiliza muchas palabras que terminan en -al. El lector incauto quizá se sorprenderá ante semejante sarta de majaderías. Que no se preocupe, yo he leído algún que otro libro y puedo garantizarle que esto es una chorrada.
Cuando un crítico o un reseñista perora «Ejecuté mi acto gastronómico en un local dispensador de mezcolanza de nutrientes bajo formas variopintas», lo que quiere decir es «Comí en un bar de tapas».


¿Qué opinan sobre este libro diversos personajes?

«Preferiría viajar en avión y tirarme en mitad del Atlántico.» Mr. T.

«Michael, ¡qué puta mierda!». El coche fantástico.

«Cuando lo leí, me transformé en Super Saiyan 7». Son Goku.

«Ooooaaaaggagaaaaaaaaagggoaaaaaaaaaggg». Cocinera obnubilada.


Seguimos con el libro. A partir de la pág.81, aparecen capítulos y más signos de puntuación.

Pág.81: Mallo comenta que la sombra de los protagonistas tiene forma de cabeza de gato. Supongo que Lector Malherido se sintió enriquecido al leer esto. Como le hablen de Garfield, se corre.

Pág.82: Nuevo acto ficcional del demiurgo narrativo: «se levantó la falda, se quitó las bragas y cogió otra de la bolsa. Tiró las usadas. Se quedaron prendidas al tapiz de matorrales». Presumo que podré ironizar sobre enriquecimiento múltiples veces.

Sobre camiones: «Frigoríficos, madereros, areneros, algunos que ni sabíamos qué transportaban». Mallo, tú no sabes qué va dentro de todo camión frigorífico.

Pág.83: El «ingenio del autor», según Ricardo Senabre: «El camping era la idea que más o menos todos tenemos de un camping, lo que viene a demostrar que el pensamiento y la naturaleza son la misma cosa». Hay que estar muy pillado por los huevos para leer semejante mamachorrada sin sentido y alabar su habilidad.

También hay un dibujito del camping, para que los críticos giliflauten chupichorradas como «mezcla de elementos gráficos y de imágenes de distinta naturaleza» (Ricardo Senabre). Quiso decir: «dibujo memo de un puto camping».

Pág.84: Del supermercado del camping, la novia de Mallo «por miedo a futuras carestías, venía con un lote de bragas». ¿Será esto el «humor de buena ley» legislado por Ricardo Senabre? Para esta gilipuertez, ¿«Su lector sería el lector del futuro» como profetiza Ayala-Dip? ¿Creerá que en el futuro todos serán gilipuertas?

«cada caravana venía a ser una sustancia hecha de soledad químicamente pura». ¿Será esta chorriflautada la «sencillez» que proclama Lector Malherido? Por cierto, es la tercera vez que con la palabra «puro» se intenta potenciar lo impotente. ¿Se imagina el navegante qué drama supondría el que esta sustancia estuviese «hecha» de soledad químicamente mixta? ¿O que fuese químicamente pura pero electrónicamente bipolarizada? ¿Y si la sustancia estuviese «hecha» de soledad magnéticamente inducida? O recalentada introduciéndole barras de uranio en el culo.

Pág.85: Querido Mallo, el que tú bebas vino, comas parrilladas o veas pasmado una tele a pilas, aparte de ser una vida de mierda y unas vacaciones catetas, no es más que una gilipuertez que no le interesa a nadie.

Cuenta una majadería de un chalado que se come su ordenador triturado porque «tal vez así se operaría en él el milagro de una perfecta combinación de palabras» y añade «Yo sí le creí». Propongo una colecta para que Mallo se coma el Mark I y subsiguientes, absolutamente todos, hasta chupársela a Terminator.

Pág.86: Mallo trata de colocar «sus extremidades orientadas al infinito». Cuatro caballos serían de ayuda.

Define los ruidos del camping como un «potaje». Esto es prosa garbancera del agro más paleto. El fenómeno Agustín Fernández Mallo no es diferente del de Tamara o Belén Esteban. Su nivel de cultura es el mismo.

Pág.87: Enumera todo garbanzo que penetra en su cerebro.

Se pajea mentalmente con la garrulítica idea de acosar a los campistas para fotografiar sus sonidos favoritos, lo que llamaría «mapamundi visual de sonidos de un camping». Pero ¿cómo iba a ser mundi el mapa si es de un camping? ¡So inepto!

Pág.88: «Nunca entiendo por qué la gente idea cosas y después no las hace, no lleva a cabo sus proyectos. Eso es un crimen». ¡Jajajaja! Pues yo te lo explico, Mallo: porque la gente, después de tener ideas, ejercita su criterio y filtra qué ideas llevar a cabo y cuáles no. Si no lo hiciesen, malgastarían su vida en perpetrar supercapulladas sin sentido. Sí, como tú.

Págs.88-90: Copipaste de citas. La de Juan Bonilla es especialmente estúpida, puesto que parece hacer burla de Spinoza, Nietzsche y Kierkegaard.

Pág.90: Mallo se olvida de su estúpida idea. No te preocupes Mallo, no es un crimen, es un sano aborto de lo que nunca debió nacer.

Pág.91: Mallo y su novia se han reído antes de los camioneros. Se ríen ahora de las familias. ¿Se habrán mirado al espejo?

Gran acontecimiento: «vi pasar a dos mancos». ¡No uno, sino dos! Lector Malherido debió de tener taquicardias.

Pág.92: «Lo que une a las parejas es el sentido del humor». Lo saben bien Romeo y Julieta.

«colores chillones en las pareces haciendo formas imposibles», pues no serían tan imposibles.

Pág.93: Descripción estúpida de la casa donde se hospedan. «Me gustó el diseño de los pomos de las puertas, realmente conseguidos. Parecían una pera». ¿Necesita Ayala-Dip esperar al lector del futuro para coscarse de que esto es una memez? ¿Es esta la «habilidad» que Ricardo Senabre ensalza? ¡Cuánto hará que estos dos no leen un buen libro!

«nos enseñaron álbumes de fotos. En muchas salían ambos retratados». Pues sí, una extraña cualidad de las fotografías es que a veces la gente que se las hace acaba saliendo en ellas.

«dos mapas arrugados que se entrelazan para romper rutas», ¿cómo se rompe una ruta? ¿Cree Mallo que aliterar erres lo excusa por esta pollada?

Pág.95: «A veces los proyectos se magnifican cuanto más intentas alejarlos, cuanto menos piensas en ellos: te distancias, Pero la metáfora hace su trabajo». Seguro que esto era muy interesante, Mallo, pero no se entiende un pijo de lo que dices. Tú lo sabes; el lector, no.

La novia de Mallo, comprando vestidos, «elevaba el acto de comprar a un sistema de códigos y signos realmente sofisticados», luego explica que se los cuelga de las manos.

Este chico se emboba cual papanatas ante las mayores bobadas. Agustín Fernández Mallo y Lector Malherido consideran esto enriquecedor; como lean un libro de Alianza Editorial, se tendrán que cambiar los gallumbos.

Pág.96: De los vestidos: «Me estremeció pensar que esa frialdad era debido a que les faltaba un cuerpo». Pues como veas Viernes 13, te cagas.

«La perfección de cualquier ciudad radica en su constitución en un cosmos total». ¿Qué? «Todo está ahí». ¡Ah, bueno! Luego suelta la típica chorrada de que al campo le falta algo pero la ciudad es perfecta. Si Nietzsche se retiró a Sils Maria, Mallo baja al Telepizza. Supongo que vamos haciendo progresos. Luego, claro, nada tiene valor y todo es lo mismo, porque como hagamos comparaciones...

Dudosa comparación: «no había ni un gramo de sombra». Mallo se deja llevar por los soniditos y escribe pedos musicales.

Pág.97: «Me miró y en sus ojos noté [sic] tristeza, una acumulación de tristeza que los hacía grávidos, pesados, casi con forma de huevo». Este tío lo compara todo con huevos.

Mallo afirma: «somos 70% agua y 30% humo». No Mallo, tú eres 100% humo.

Págs.98-99: Preguntando Mallo a un tipo por su sonido favorito, el tipo se echa al suelo con la raja del culo al aire y arrastra la oreja por tierra cual sabueso auditivo: «la cañería de agua bajo tierra, es el sonido más bonito que existe», rebuzna. Habla de un «sonido interior» y dice que «otros le llaman alma». El lector no comprende cómo pueden los críticos, y todo el mundo de la cultura en general, estar tan acojonados, tan aterrorizados, como para no guillotinar semejante excremento. ¿Hasta dónde vais a dejar que os rebajen, chicos? ¿No veis que os ponen a prueba con esta vomitona de mamonadas? Y vosotros aplaudís como putas (perdón, señoras putas).

Pág.99: Propaganda de Smeraldina. Qué supermegaguay es ser un poppy.

Pág.100: «caen las ideologías, izquierda/derecha», ni han caído ni la barra inclinada hacia la derecha es un signo de puntuación válido. En cuanto a la chuminada de comparar la presunta caída con un grifo monomando, es igualmente cateto, pues pese a ser monomando, el grifo sigue permitiendo que el agüita salga caliente o fresquita.

Pág.101: Vuelve la frase capulla del ver pasar los barcos y a nada.

¿Un libro publicado en el 2009 que habla del Messenger?

Pág.102: Propaganda de Kinder-Sorpresa. Poppy-pooppyy-pooppyyy. Escritor es quien tiene huevos de crear por sí mismo.

«apoyé la cabeza sobre su bolsa de bragas [...] su olor a materia industrialmente planchada, me daba paz». Lea el navegante Siddhartha, de Hermann Hesse. Compárese con esto.

«Cuando un objeto se desplaza a una velocidad constante y tú vas dentro de él, no sientes nada». Claro, los pilotos militares, cuando un caza entra en barrena, se desmayan por histeria.

Pág.103: Mallo y su novia vuelven a un lugar donde ya habían tirado bragas: «aún estaban prendidas en los matorrales, picoteadas por pequeños animales». Ales-ales aparte; Mallo, no vas a crear agua con el aceite por mucho que te obsesione. Si quieres hacer literatura, comienza por el principio, porque apareciendo con esta rueda cuadrada, dependerás por completo del Grupo PRISA. ¿Cuánto puede durar un bluf tan pésimo como Mallo?

Pág.104: «altos muros de piedra rematados con torretas de vigilancia en cada vértice que la rodeaban», vértice de su planta, sería. Quiso decir arista.

Págs.104-105: «cada vuelta de la espiral de alambre medía por lo menos 2 [sic] personas de altura», ¿dos pigmeos o dos jugadores de baloncesto?

Pág.105: «de unos 75x75 m2». Esto, Mallo, o lo calculas, o no son metros cuadrados, sino dimensiones.

«De un ubicuo hilo musical [...] salía la banda sonora de Desayuno con diamantes». Una melodía, se entiende.

«Los árboles, todos de una misma raza» supongo que tendrían pedigrí.

«Las cuatro fachadas interiores caían verticales», es que si hubiesen caído horizontales, te habrían dado en los dientes.

Las ventanas estaban «perfectamente ordenadas». ¿Habrá visto Mallo muchas ventanas de edificios desordenadas? ¿Sabe que habitualmente la arquitectura no contempla otra opción?

Pág.106: La descripción de la prisión es una paja mental. Ahora se comprende que Mallo recurra a dibujos.

Pág.107: «vermouth» por vermú o vermut. Por cierto, que en alemán se escribe Wermut.

Págs.109-110: Repetir «pásame el encendedor», por turnos y riéndose como tontolabas no es algo gracioso cuando se pagan dieciséis euros por un libro vacuo y superficial. Esto no es una «sensación de zozobra existencial», como quiere colarnos Ayala-Dip. Es una morralla vacua y aburrida, y punto.

«él y yo teníamos el mismo nombre, Agustín, coincidencia que nos hizo reír otro buen rato», como a esta gente le pase algo de interés, les explota la cabeza.

Pág.111: «podría decirse que la decoración era un concepto inexistente», no, lo que podría afirmarse era que no había decoración o que había poca, pero precisamente el concepto es imprescindible para poder hacerlo. Chorradas como ésta son lo que pasa cuando tipos como Mallo se dan ínfulas de escritor.

Pág.112: Sobre una playa de cuarzo: «Era tremendo tirarse allí, en aquella paella, como a la espera de ser cocinado». Eminentes psicólogos han bautizado aquesto como el Complejo de Mejillón.

Pág.113: Postpoesía: «las caminatas nos tenían rotos».

«con sus torretas, sin duda militares», sin duda, en efecto.

Pág.114: Comparación para una cocina: «como una biblioteca pero de alimentos». Supongo que, si entra en una biblioteca, la describirá como una cocina, pero de libros.

Juegan a pillar en la despensa. Esta payasada de libro me recuerda al Premio Nadal de Maruja Torres, pero pretencioso.

Compara el perfil de una cabeza de cerdo con un fractal. La cosa es embutir un mal relato con tonterías que huelan a ciencia.

Pág.115: «Desayunamos [...] junto a unas ollas de aluminio tamaño colegio». ¡Joder! ¡La puta marmita de Polifemo! Pero este chico, ¿se da cuenta de lo que escribe?

Esta segunda parte de la nivola es el «limpio» de la primera. Va por orden y utiliza el punto ortográfico. Pero no es más que costumbrismo carcelario: Mallo ha escrito sus Vacaciones de un hombre superfluo y un montón de sinvergüenzas las recomiendan a los lectores para joderles la vida.

Pág.116: ¿Qué efecto provoca la repetición de celdas en Mallo?: «esa repetición me excitó». ¡No sabe lo que dice! Es la hora del Doctor Freud: ¿Por qué a Mallo le pone cachondo una cárcel? Típico chiste involuntario de escribidor. ¿Habrá visto Cadena perpetua o Brubaker? Seguro que se tendría que cambiar de gallumbos tantas veces que acaba utilizando las mil bragas de su novia.

Pág.117: Aunque Mallo debería pagar, nos especifica que «eso no ocurría». Será que no lo hacías.

No para de repetir que unas «figuritas Marvel» (más propaganda) son de «goma tóxica». Quizá de pequeño se comió una por error y nos avisa por nuestro propio bien.

Págs.117-118: Como era obvio que iba a suceder, «el Proyecto» embutido en funda de guitarra hace su reaparición.

Pág.118: Mallo siente «una presa de sangre en mi cabeza pidiendo que se abrieran las compuertas». El lector grita de terror al pensarlo. Después cree que no sería tan mala idea.

«fue algo que vino de un lugar más lejano y profundo que las corazonadas», probablemente se trate del culo.

Mallo flipa en colores porque el gerente de la cárcel comparte nombre y apellidos con él: «Cuando algo te supera en muchos dígitos». Gilichorrez aparte, salen corriendo del cuarto como si fuera Satanás reencarnado. Aunque, ahora que caigo, yo reaccionaría de un modo parecido si me encontrase con el pollo que ha escrito esto.

Pág.119: Resulta que quieren recuperar lo tirado. La novia de Mallo sufre pánico y quiere irse. Un pánico estúpido e inmotivado. Mallo no sabe crear la escena que se requiere para, cuando menos, justificar un poco este pánico al lector. Lo único que se me ocurre es que, tratándose de la novia de Mallo, le baste con un ejemplar de la especie. La verdad es que no está tan mal pensado: ¿quién podría aguantar a semejante par de pelmazos?

Es risible: solo salen del cuarto para comer.

Esta historia del doble es más vieja que La nariz, de Gogol. Es más, existe un título llamado El hombre duplicado, del fallecido Saramago, que trata sobre este tema. Saramago también tuvo la manía de no utilizar el guión para sus diálogos, y ponerlos todos seguidos separados por comas, sólo delimitando el inicio de cada intervención con una mayúscula. ¡Si hasta lo publica Alfaguara! Aquí se ve lo experimental que es Mallo, que ha fusilado estos recursos mientras soplapollea sobre su nuevo canon.

Pág.121: La novia de Mallo acecha al doble: «abrió un armario ropero y descubrió, perfectamente apiladas, todas sus bragas sucias, todas las bragas que día a día había ido tirando al cubo de la basura, una pila de bragas sucias muy bien dobladas». ¡El horror! ¡El horror! Comparado con esto, El resplandor es una mariconada. ¿Qué responderían Ricardo Senabre, Ayala-Dip o Alberto Olmos (Lector Malherido) de ser preguntados por esto? ¿Nos hablaría Ayala-Dip de «zozobra existencial»? ¿O Ricardo Senabre de que «es indudable el ingenio del autor»? ¿O Alberto Olmos de que «Importa más la voz que la partitura»? Las películas de Freddy Krueger eran más serias que esta memez.

Pág.122: Es auténticamente gañán dejarse la cartera en el coche para hablar con tu doble.

Pág.123: Más tontería a cuenta del «Proyecto», que no es «un simple texto».

«cuando ocurriera la explosión», el tiempo verbal correcto en castellano (y no gallego) es «había ocurrido», pero es que, encima, aquí debería ser «ocurrió». Y ni así: una explosión no «ocurre», como mucho tiene lugar.

Págs.123-124: Mallo fusila el principio de este libro, así como el de Nocilla Dream, con la anécdota de Chernóbil.

Págs.124-125: Mallo fusila fragmentos de la primera parte de esta nivola, al parecer leyendo ese «Proyecto» que no es «un simple texto».

Pág.125: «oía el sonido de la parábola descrita por su orín», Pero ¿sabrá este chico lo que es una parábola? ¡Ha estudiado física y ya se le ha olvidado! ¿Ha probado alguna vez a miccionar describiendo una parábola? ¿Sabrá que hay que apuntar hacia arriba?
Otrosí: ¿Acaso es capaz de discernir por su sonido entre un pis rectilíneo y una micción parabólica? ¡Qué prodigios nos depara el futuro de la novela!

Pág.126: Mallo se encierra a escribir y suelta: «No podía pensar, no quería pensar». ¿Y qué hará mientras escribe? ¿Creerá que escribir consiste en no pensar? Quizá, pero después sigue una ristra de pensamientos, eso sí, absurdos.

Un ordenador robado «era un cerebro vacío, como el mío». Ío-ío aparte, ¡Mallo se autodefine como cabeza hueca! Ello explica la ausencia del concepto de parábola.

El disco duro del ordenador contiene doscientas carpetas cada una dentro de la anterior: «exacta representación de la infinita soledad del interior de una cárcel también infinita con un solo hombre dentro». Esto es la paja mental de un niño pequeño. Atiende Mallo: el hombre ha hecho muchas cosas para escapar de cárceles y soledades, sean finitas, infinitas o gorditas. Por eso existe la cultura real. La causa de tu giliflautez es haber leído poco o haber leído basura: vagancia. Y que Alfaguara y el Grupo PRISA te han erigido en un bluf, mutilando para siempre tus capacidades.

Pág.127: «como si de un telefilm barato se tratara» es una comparación muy socorrida cuando la imaginería del autor es propia de... un telefilm barato.

«quizá él era un brujo, un vidente, algo que rebasaba toda genialidad conocida», resulta chorruno mentar a unos engañabobos como rebasantes de «toda genialidad conocida». Esto es cultura de teletarot.

Sobre los objetos de la guitarra: «objetos que habíamos parido ella y yo». Ella, puede; tú probablemente hiciste otra cosa.

Tras varias gilipuerteces: «Hipótesis que a ningún sitio me llevaba».

Pese a tener libre acceso a la cocina, Mallo arranca teclas de su teclado para atrancar la puerta. Todo para divagar sobre el tremendo dilema que supone elegir qué teclas deben sobrevivir y cuáles no, y empotrar una tosca comparación con el ADN.

Pág.128: «La proximidad del mar le daba al agua un componente salino que emulaba en la medida de lo posible a los sueros de supervivencia», ¿en la medida de lo posible? ¿Conoce este chico la diferencia entre una casualidad advertida por él y la intencionalidad de un parecido?

Cuando Mallo escribía hace tiempo «regresaba a casa sintiéndome Dios ante la máquina mientras tenía la tele sin volumen todo el día encendida». Sea uno ateo o creyente, si lo que escribía entonces era la mitad de malo de lo que estoy leyendo ahora y realmente este chico se sintió como un dios, ello demuestra una idea pobre de lo divino.

Págs.128-129: Mallo ve la tele y la carta de ajuste. El lector se regocija.

Pág.129: Mallo hace fotos a la tele: «más de 500, seguro». El lector aúlla de euforia.

La estupidez de fotografiar la tele no consiste tanto en lo estúpido del acto, sino en creer Mallo que así puede capturar su propia vida o su estado de ánimo. Su estado de ánimo está dentro de él, no en la tele.

Págs.130-133: Ocho fotos de programación televisiva. El lector hace la ola. Se contestan con otra imagen:



Pág.134: Tras varias gilipuerteces: «Minutos más tarde[,] me atormentó descubrirme pensando en tales disparates». Este chico todavía no ha aprendido a borrar sus tonterías.

«sabiéndome blanco de una criatura hecha papel», ¡pero si tu doble es de carne y hueso!

Págs.134-135: Mallo deja una nota sobre su tele y la nota arde un rato después. ¡Si se llega a subir mi gato!

Pág.135: Tras ir a la playa, Mallo tiene «las manos y los pies, llagados por la caminata». ¡Pero si ya habías estado allí y no te salió llaga alguna! ¿No serían los estigmas de Cristo?

Pág.136: Sobre la tumba de la funda vacía de su guitarra, Mallo clava un palo con flores: «Quizá fuera ese el acto más inocente y extraño que había hecho en mi vida». En verdad Mallo piensa que, creyendo él que algo es importante, automáticamente se vuelve importante para el resto de los seres humanos y adquiere un significado universal. ¿El resultado? Pues este libro. Hay que tener muy poca vergüenza para sacar esta basura al mercado y empotrar a Agustín Fernández Mallo en todas las portadas.

Pág.137: Mallo se dedica «a jugar con Los 4 Fantásticos», la pena es que no se coma y digiera la goma tóxica.

Mallo ha suplantado a su doble y disfruta de momentos Pretty Woman: «elegía entre un extenso vestuario, estaba chupado», «La magia realmente existe», «el jardín [...] estático y extático», «más real que la vida misma, hiperreal; lo que en ese momento yo mismo era». Al lector se le abre tanto la boca que eructa un tren metropolitano: ¿Mallo realmente cree que semejantes gandumbadas poseen algún tipo de valor? ¿Realmente puede existir alguien tan estúpido? ¿O sólo finge ser un flipado como la mayoría de los escritores niñatos?

«Antes de acostarme siempre abría el armario en el que él había guardado las bragas sucias, una bocanada de su perfume me excitaba, las miraba un rato, apiladas en columna, en dos torres idénticas». Una clara referencia a El Señor de los Anillos.

Pág.138: «en las noches de viento de octubre o de mala digestión». ¿Ha valorado Alfaguara cómo se sentirá una persona que haya pagado por esto?

Sorprendente expresión para una yema: «el amarillo de un huevo frito».

«dejaba escapar algún eructo –que no importunaba a las moscas agrupadas en torno a la mantequilla, ni rizaba las motas [¿rizar motas?] de polvo atravesadas por el haz luminoso de la ventana, ni, todo hay que decirlo, provocaba en mi sensación alguna de pérdida-». ¿Se imagina el navegante cuán diferente habría sido si el eructo de Mallo espachurrara las moscas contra la pared, desempolvara el cuarto de sopetón y, además, le supusiese una pérdida?

Págs.139-140: Mallo ha ocupado la habitación de su doble y ambos se dedican a clavar palitos con flores en la tumba del «Proyecto» y arrancar los palitos del otro. Vacuo y superfluo para cualquiera que haya leído una novela auténtica.

Pág.140: «el cojín aún caliente y aún con la forma de su culo», aún-aún, señor Holmes.

Pág.141: «frases al borde de lo ininteligible con las que, claramente, pretendía volverme loco», de qué me sonará esto.

Pág.142: Nuevo aborto de metáfora: «tan extraño a todo lo que le rodeaba como un maniquí que saliera de su escaparate y se sentara en la acera a ver los coches pasar». Si un maniquí hace tal cosa, será extraño en cualquier parte.

Pág.143: Descripción del «Proyecto»: «el conjunto de libros inservibles, cachivaches, montones de basura y heces que estaba a punto de heredar».

Mallo se carga a su doble y lo arrastra: «el cráneo botó en cada escalón, pensé en un balón deshinchado». No botó, Mallo; golpeó. Los cráneos no botan. Si no me crees, prueba a tirarte de cabeza desde un quinto piso y a ver cuánto botas.

Leer «Por primera vez había cometido un acto primitivo, un acto no publicitario», desata las carcajadas del lector. Para Mallo, el moderno y no primitivo acto de utilizar una tostadora en la intimidad del hogar conlleva la cualidad de publicitario. ¿Y acaso cree que el hombre primitivo no perpetraba actos publicitarios? ¿Y qué coño son las plumas de los indios? ¿Y los collares de dientes? ¿No ha oído hablar Mallo de lo que es una cabeza reducida? ¡Cómo que el hombre primitivo no ponía musculitos delante de las hembras!

Tras leer «me había dejado llevar por el fascismo de lo natural», el lector considera que a Mallo deberían quitarle todos los puntos del graduado escolar, para que tuviese que repetirlo.

Esta capullada termina con Mallo pimplándose una botella de Coca-cola para expiar su pecado. Repite sobre esta bebida «que, como ahora yo, no se parecía a nadie ni a nada conocido, salvo a sí mismo». Pepsi, Mallo, Pepsi. En cuanto a ti, eres un clon de cualquiera de los capullos a los que amañan un premio, enchufan en un suplemento o utilizan como títeres que harán lo que sea por su editorial o su agente. Porque para eso os crean a los blufs: para que no tengáis otro recurso y seáis dependientes.
A este chico, si es que tenía algún potencial literario, le han jodido la vida, porque le han convertido en un escritor mediático sin ningún esfuerzo por su parte (salvo romperse la cadera). Ahora que cree ser escritor, tirará por la borda sus años de aprendizaje bebiendo copichuelas con jurados, yendo a entrevistas a decir tonterías y cuando se quiera dar cuenta, ya será demasiado tarde. ¡Qué putada te ha hecho el Grupo PRISA, tío!

Pág.147: «La fascinación que las playas ejercen sobre los hombres atraviesa directamente un Tiempo que tiene forma de cubo de Rubik». A lo que el lector responde: La gilichorrez pitifláutica que la cachipolla electroliza ante el chupaquino metatransforma un Espacio hipercurvado en una nalga infinita.

«Parece ser que todas las batallas trascendentes se libraron en una playa». ¿Como la batalla de Stalingrado?

Pág.148: «la sensación de viaje al centro de la Tierra que experimentó la primera persona que pagó con tarjeta de crédito», «Todo ese mar detrás de las neveras», «Lo que se nos aparece de repente [...] es que estaba apagado». Comienza una sucesión de chorradas siguiendo la dinámica de «si yo me creo que esto es importante se vuelve universalmente importante». Pues no: hace falta un Grupo PRISA. Y ni así.

Pág.149: Habla de códigos de barras tristes o sujetos a temperamento y de que el código de barras de un muerto son sus dientes. Pajas mentales como aquesta son prueba patente de una mente infantil. ¿No les avergüenza a los críticos ser las putillas que amparan esto?

Págs.149-150: Giliflautada a cuenta de discos de vinilo partidos y vueltos a pegar: «Otros discos eran la reunión de 8 trozos, tipo pizza». Supongo que se trata de un estándar europeo.

Pág.150: Un disco de «100 discos»: «Vagamente me recordó al sonido que emiten los casinos cuando están cerrados, detenidos, pero un casino jamás se detiene». De hecho, los casinos no existen: son los padres.

Pág.151: Palabra de bluf: «Constaté que un enchufe es más rápido que una palabra».

Pág.152: «Hay cosas que no tienen piel, por ejemplo, la pastilla de jabón». Mallo: también hay gente que no tiene ningún arte, como, por ejemplo, ese señor que vive en los espejos de tu casa.

Pág.153: «tijeras de podar, rastrillos, carretilla, abono [...] utensilios con los que mantener a raya un jardín». Supongo que dispararía cañonazos de abono a las plantas pero, ¿sabrá lo que pasa luego?

Pág.154: «Hago páginas web a mano. Papel, tijeras y pegamento en barra». ¡Ay qué monín! ¿Y no les pegaste ningún macarrón?

«Ahora hago páginas web en tres dimensiones, también a mano». Reconozco que ahora las posibilidades aumentan. Aun así: ¿pero es que este chico no tuvo Legos?

Pág.155: «’Residuo’: del latín ‘re-sedeo’». Copio y pego del diccionario de la RAE: residuo.(Del lat. residuum).

«se desdibuja [...] como una suerte de caligrafía china que no entiendo». Sólo deseo indicar que cabe la posibilidad de no fuese precisamente china.

Pág.156: «Hoy he pensado en mi cabeza como quien piensa en un cubo de fregar vacío». El lector se muestra de acuerdo. Sin embargo quedan pocas páginas para enmendarse ahora.

Sepa el navegante que se introducen retornos de carro al tuntún para falsificar, mediante la forma, la profundidad que no pudo lograrse a través del contenido. Será que un cubo de fregar no da mucho de sí.

«Mi cabeza: de nuevo un cubo de fregar vacío». ¿Acaso en algún momento dejó de serlo?

Págs.156-157: «Hoy he tenido un pensamiento luminoso: si una máquina pariera, el bebé no tendría cordón umbilical. Pero todo cordón umbilical termina en una lata de Coca-Cola vacía. Eso es». ¿Alguien lo dudaba?

«Las raíces [...] siguen creciendo, más en horizontal que en vertical, pero, lógicamente, en los dos sentidos». Nuestro físico debería saber que, entre la horizontalidad y de la verticalidad, existen infinitos sentidos.

Pág.157: «nido de ametralladoras», quiso decir nicho. Las ametralladoras no anidan, pues no son ovíparas.

Pág.158: «La mayoría de las personas vivimos toda la vida basándonos en el esplendor de un solo día». Mucho me temo que esto no es así.

Tras leer que «todo objeto, si te fijas bien, es un animal que en silencio se ríe de nosotros», el lector arranca la taza del váter y la arroja por la ventana. Pero ¿¡qué se habrá creído esa maldita taza!? ¡Veinte años riéndose de mí y del culo de mis invitados!

«su código de barras, que es el ingrediente que la alquimia buscaba en los objetos», ni el código de barras es un ingrediente, ni la alquimia buscaba códigos de barras, ni todo objeto ostenta un código de barras.

«encontré una pequeña braga sucia de mujer», el lector tiembla al pensar que Mallo podría haber encontrado una pequeña braga sucia de hombre.

Pág.159: «He pensado que la población mundial lee mucho más de lo que reflejan las estadísticas: los textos de los envases de los productos manufacturados». Agustín Fernández Mallo: cultura de cartón de cereales. «Por eso he pensado en los contenedores de basura como en verdaderas bibliotecas». Pues serían un buen sitio para este libro.

Pág.160: Habla de preparar huevos fritos sobre pantallas de televisores y cronometrar el tiempo de fritura para cada uno. Apasionante. Imagino a Ayala-Dip, Ricardo Senabre y Alberto Olmos debatiendo en una mesa redonda sobre este asunto. Recomienda y te sacarán los ojos, ¿eh?

Págs.160-161: «observo Los 4 Fantásticos de goma tóxica sobre la chimenea, estáticos, me pregunto cómo es posible que haya cosas en el mundo que nunca cambien de posición». Sí, habría estado bien que La Cosa te arreara un mamporro. (Aclaración para físicos: pues porque no se ejercen fuerzas sobre ellas ni ellas son capaces de ejercerlas sobre sí mismas).

Pág.161: «no paro de encontrarme bragas usadas», pues haber contratado una chacha.

Pág.162: «me tumbo boca abajo con los bazos en cruz», signo inequívoco de que esto se ha corregido con el Microsoft Word.

Pág.163: «Sé que estoy vivo porque me huelen las axilas». Lo mismo puede decirse de Tutankamon, que huele que no veas.

Agustín Fernández Mallo escribe «pseudónimo» en lugar de seudónimo.

Tonterías a cuenta de su nombre: que si es un seudónimo, un colectivo de autores «o puede que grandes obras de la literatura sean confeccionadas para, sencillamente, homenajearlo». ¡Pues menudo homenaje le están dando! ¡Paren!, ¡paren! ¡Que ya es suficiente! ¡Dejen de homenajearlo! ¿No creen que ya tiene bastante?

Págs.164-166: Citas de textos de otros, presuntamente relacionados con este engendro.

Pág.166: Nueva tontería: las raíces de un árbol de las antípodas emergen allí. La pena es que no lo empalen.

Págs.167-168: Gilichorradas y vacuidades que no merece la pena leer.

Págs.169-178: Embute un cómic para dárselas de guay. Embute a Vila-Matas para chupar del bote de Vila-Matas. Hasta es Vila-Matas quien habla de un texto suyo (por cierto, que al respecto dice Vila-Matas: «Por eso me sorprenden los escritores jóvenes que dicen escribir sin previamente haber leído demasiado. A los que dicen pasar de Dickens y Proust quiero advertirles que, como la escritura es una carrera de fondo, a la larga pueden quedarse sin una bombilla en su cerebro literario y convertirse en dibujante de cómics, pero no en escritores»). En cuanto al cómic en sí, lo que cuenta es tan insignificante y poco sugestivo que es como para palmearse la frente. Siguen unos agradecimientos a Nutrexpa y la sugerencia de que veamos algún video suyo.

Esto es un chuchurrido excremento, producto de una mala comida, defecado con ínfulas de autodevoción y contemplado después como primer hijo. Es la cagarruta de un bluf elegido por cuatro catetos para enfilar la procesión de la mierda literaria: un interminable desfile de esculturas modeladas con heces fecales.

Por mi parte, espero que Agustín Fernández Mallo no vuelva a romperse la cadera en mucho tiempo. Desde aquí deseo recomendar que, por el bien de la cultura española, se le suministre un suplemento de calcio o un esqueleto de adamantium, o que, en sus próximas vacaciones, practique balconing y, en lugar de la cadera, se parta la crisma.