sábado, 25 de agosto de 2012

Javier Marías emprende unas vacaciones de urgencia.


Marías ha entrado en alerta roja.

Según parece, tras el descubrimiento de que el autor devuelve el dinero cobrado por sus libros, numerosos españoles un poco cortos de saldo han decidido remitir los libros que habían comprado al generoso Marías, provocando aluviones en las oficinas de correos y una avalancha de sospechosos paquetes en la morada mariasna.

Javier Marías procuró en primer lugar reembaldosar el suelo de su pisito madrileño con la ayuda de estos pequeños lingotes de oro que son sus obras, sin embargo, tras el tercer resolado y alicatar el baño dos veces, se lo ha pensado un poco mejor y ha decidido dejar de remitir cheques a sus otrora admiradores, lo cual no ha detenido el colapso de correos ni el de Casa Marías.

Se comenta que, durante las noches de julio, un sospechoso anciano envuelto en misteriosos ropajes empujaba un carrito del Carrefur calle abajo, produciéndose el sorprendente hecho de que el contenedor dedicado al reciclaje de papel había de ser vaciado a la jornada siguiente. Probablemente se trate de un rumor.

Pero Marías no se arredra y su chequera está que arde. ¿Puede ser posible que acabe con la crisis? En la Moncloa se comenta que, de haberse sabido esto antes, no se le hubiera pedido el rescate a la Merkel, sino a Marías y su chequera prodigiosa.

Lo que sí es de cierto seguro es que, a los pocos días, Marías decidió ausentarse hasta que la situación se haya calmado. También él deberá calmarse, puesto que fue observado saliendo a toda pastilla de su domicilio vistiendo un conjunto de bermudas y chancletas. Se le presume en destino playero debido al tubo, las gafas de buzo y el flotador con cabeza de ornitorrinco y bla, bla, bla...



jueves, 16 de agosto de 2012

Alfonso Ussía explota de envidia viendo al Curiosity.

Hace algunos días el robot Curiosity cometió el error de su vida: atraer más atención que Alfonso Ussía. Este tremendo insulto al gran Ildefonso María Ciriaco Cuadrato de Ussía Muñoz-Seca no ha tardado en hallar su contrapartida en un poderoso artículo. El potente intelectual (que, según parece, dejó a medias dos carreras universitarias) ha desbocado su sabiduría, dándole una lección a la NASA.

"¿Para qué sirve Marte?, me pregunto. Para nada, me respondo".

 Primera patada al planeta rojo: ¿para qué sirve un planeta al lado de Ussía? Un astro no te invita a comer, ni posee cuatro apellidos ignotos. ¿Qué es lo que ha conseguido Marte? ¡Chúpate esa, Marte! Como mucho, permanecerás orbitando en el espacio algunos millones de años después de que Ussía haya muerto. ¡Ja, ja, ja!

"Marte tenía el atractivo de los marcianos. Es la única quimera que nos quedaba a los terrícolas".

¡Pero si has dicho que no servía para nada! ¿En qué quedamos? Bueno, en cualquier caso, es bien sabido antes se creía en los marcianos pero que, desde hace unos pocos días, ya gente ya no cree en ellos. Esto es verdad. Además, no existe ninguna otra quimera, como la inmortalidad o la conquista del espacio. Supongo que ya hemos comprado todos la pastilla de cianuro. Aunque a algunos les bastaría con caerse en el baño.

"Ese «software» español en «Curiosity», o ese par de tornillos, que lo mismo da".

Y si no que se lo digan a Bill Gates: otro mindundis chupando del bote de Ussía.

"Suponiendo que Marte fuera de oro y en su soterra –en este caso en su «sotoro»–, hubiese un profundísimo mar de petróleo, ¿qué ganaríamos los humanos?".

¿Unas vacaciones en cerebrolandia? ¿Aprender a apreciar el esfuerzo? ¿A respetar los logros ajenos? Nunca lo sabremos.

Aunque cabe la posibilidad de que se trate de un pésimo y patético uso de la ironía, la carrera del sujeto despierta sospechas sobre este punto.

Probablemente Ussía utiliza el método de márketing "perfecto mierda" de Arturo Pérez Reverte.

La NASA ya ha publicado un documento en el que se disculpa. He aquí un extracto:

La NASA se disculpa por provocar la envidia de Ussía.

martes, 7 de agosto de 2012

Epigrama a Juan Marsé contra Francisco Umbral.


Holgaba Francisco Umbral,
tocándose las maracas.
Sus vacas no estaban flacas
y tecleaba sin cesar.

En esto que Juan Marsé,
quien digería su comida,
tuvo de su olla una ida
mientras se dedicaba a leer.

-¡No vale usar sonajero!
-bufó, rencoroso, un murmullo
tras comprobar que el suyo
de bolitas iba huero.

Moraleja Juan Marsé:
mejor que él, no hay ser.
España sólo admite a enanos,
ergo agáchate y nos vamos.