viernes, 26 de diciembre de 2008

¡Hola, Javier Marías!

Javier Marías nos ha vuelto a sorprender con una de sus ocurrencias, aunque, afortunadamente, esta vez no se trata de una novela. Y es que se le ha ocurrido ponerse a investigar a ver qué decían de él en Internet y, claro, ha descubierto (o eso finge) que en Internet las personas opinan libremente y ¡dicen lo que piensan! ¡Y no se los puede despedir ni exigir que los despidan, porque, los muy libérrimos, no están asalariados! (No se puede hacer como se hizo con Ignacio Etxeverría, por ejemplo).


El caso es que, después de presumir de no escribir con un PC, sino con una Olympia (lo que equivale a ir en burro y sacar pecho), suelta:


«Lo que más me ha desagradado, sin embargo, son los llamados blogs y foros, por algunos de los cuales me he dado un paseo»; no dice si fue en burro el paseo, pero, como diría Borau, «la cagaste, Burt Lancaster»: es en los blogs, foros y demás focos de libre expresión donde los ciudadanos pueden todavía expresarse con libertad.


Marías protesta contra aquellos «Amparados en el anonimato cobarde de los llamados nicks». Supongo que bajo el amparo de un grupo empresarial como PRISA o Planeta, todo el mundo debe de parecer un cobarde, ¿no, Marías? Por eso, por tu valentía, te parece tan mal que se hable de ti con libertad y sin miedo a perder el empleo.


«veo una sobreabundancia de rabiosos y cabreados, de individuos a los que todo parece una mierda,»


Bueno, a mí lo que escribió Victor Hugo no me parece «una mierda»; en cuanto a lo que he leído de Javier Marías, es algo que ya se aproxima más al concepto.


«o que dedican horas y horas a estudiar la obra de un autor, por ejemplo, con el solo ánimo de ponerla a caldo, en vez de abstenerse -como quizá sería lo lógico- de seguirla leyendo»


Pues no, mira, si me trago alguna tontada o burrez tuya (o de cualquier otro), resulta que, ¡ignominiosa afrenta!, puedo expresarme aquí y mostrársela al mundo, explicando dónde está la cola del burro, dónde las orejas, por qué huele tan mal, etc…


Lo tontaina es creer que la crítica literaria sólo está para bombear la popularidad de cuatro mendrugos pedantescos y que, de no querer hacerlo, tenga aquella que guardar silencio.


Marías también califica de taberna la blogosfera (quizá él prefiera los chiringuitos bien organizados) y dice tener “la sensación de vivir en una región ocultamente furibunda, en la que más vale no entrar, si es posible”. Claro, si vives en una cierta región, es mejor no entrar en ella.


Ignacio Escolar apunta a que quizá sea Rafael Reig uno de los molestos bloggers.


Por cierto, ¿furibunda?

martes, 16 de diciembre de 2008

Tres críticas acompasadas.

Se trata de un trío de críticas acompasadas que he descubierto hace poco porque no estaban listadas en la sección Cuadernos de Crítica, de La Fiera Literaria digital, o porque no había oído hablar de ellas.


Crítica acompasada de El código da Vinci, de Dan Brown, por Clandestino Menéndez.


Demasiadas palabras, crítica acompasada de Una palabra tuya, de Elvira Lindo, por M. Asensio Moreno.


El jardín de las desdichas, crítica acompasada de Más allá del jardín, de Antonio Gala, por M. Asensio Moreno.

domingo, 7 de diciembre de 2008

La SGAE entra en la RAE.

La popularidad de la Real Academia Española, decreciente gracias al ingreso de personajes como Juan Luis Cebrián, consejero delegado de PRISA, y de escritores mediáticos como Arturo Pérez Reverte (!) o Javier Marías (!!) –a los que, por cierto, publica la editorial Alfaguara, perteneciente al mismo grupo empresarial-, ha recibido hace poco un nuevo banderillazo en todo el cogote.


Esta vez, aprovechando la no tan lejana muerte de Fernando Fernán-Gómez –al que también se había incrustado en la academia-, han calzado en su poltrona a José Luis Borau, presidente de la SGAE, conocida entidad sin ánimo de lucro.


Este aclamado director de Spaghetti Westerns y nuevo héroe académico reivindicó la inclusión en el diccionario de la RAE de términos como ‘landismo’ o ‘berlanguiano’, que todos utilizamos a diario, o de expresiones como ‘La cagaste, Burt Lancaster’.


Se cuenta que estas increíbles aportaciones fueron entusiásticamente aplaudidas por los asistentes al acto, que llegaron a hacer la ola en multitud de ocasiones, provocando una leve marejada. Se cuenta también que, al escucharlas, Javier Marías aplaudió con las orejas, mientras que Pérez Reverte lo hizo con sus cartaginesas cachas.