jueves, 22 de mayo de 2008

Crítica acompasada del discurso de ingreso de Javier Marías Franco en la Real Academia Española.

Puedes descargarte el discurso completo desde aquí.

El curioso comienzo (página 9):

“No sé cuál es el criterio que los lleva a ustedes a admitir en el seno de su digna institución a algunos novelistas. En realidad se me hace difícil entender que admitan
a cualquier novelista, es decir, a novelista alguno, ya que, si la contemplamos desde un punto de vista adulto y mínimamente serio, nuestra labor es bastante pueril.”

Me permito sugerir algunos criterios: ser un escritor mediático, publicar en Alfaguara-PRISA, ser amigo (o hijo) de otro académico.

Ibídem: “Pero nuestra labor no solamente es pueril, sino absurda, una especie de trampantojo, un embeleco, una ilusión, una entelequia y una pompa de jabón (curioso remate). En el fondo esté destinada al fracaso (y si no que se lo digan a Coetzee) y además es casi imposible.”

Página 11: “Las más de las veces decimos sin saber lo que decimos”. Habla del origen y la estructura de determinadas expresiones, pero es igualmente aplicable a su obra. Continua citando a Ortega y Gasset y, en páginas sucesivas (13-15), para explicar que no todo tiene su equivalencia en las diversas lenguas, Marías pone el ejemplo del sol, la luna y la muerte, que cambian de género, pero sí que tienen equivalencia. Pues podía haber puesto un ejemplo que no la tuviera, que los hay y él los conoce.

domingo, 18 de mayo de 2008

Perlas pereznas.

En una entrevista prenavideña y promocional (porque hay que vender a los autores de la casa, vamos), Arturo Pérez-Reverte, trabajador de PRISA, dijo:



P. Un día de cólera se puede leer como un parte de bajas. Esa obsesiva y recurrente enumeración de las víctimas, todos esos nombres de los participantes, párrafos enteros. ¿No teme que puedan hacer engorrosa la lectura?

R. Era fundamental lo de los nombres. Estoy hablando de personas, del albañil, la pescadera, el picador, gente concreta, gente de verdad, seres humanos. Eso no puede hacerse de forma anónima. El lector tiene que reconocerlos. Además, es un recurso clásico, a la manera homérica. La Ilíada, salvando las distancias, está llena de nombres y genealogías. No escatimo esa reiteración. Los personajes del Dos de Mayo no son abstracciones patrióticas. Tengo las listas y las uso.

P. Y si al lector le corta...

R. Que se fastidie. El libro lo requería. Creo que ese uso de los nombres aporta más de lo que pueda entorpecer. Tras la lectura, no te queda un concepto abstracto como el pueblo de Madrid, sino nombres, personas. De todas formas, ojo, eso de los nombres es algo que dosifico y sitúo estratégicamente en la narración.

P. Hace constar las profesiones de los que cita, y las edades, que sirven para ver que en la calle había hasta niños y ancianos.

R. Sin esos datos no se entiende el Dos de Mayo, sin ellos nos manipulan, te llevan al huerto los políticos y los hijos de la gran puta, ponlo así, por favor.



La primera negrita añade poco a la justificación de un recurso literario, más bien parece contradecir lo que ha argumentado previamente.

La segunda está completamente fuera de lugar.

La tercera es un desvarío: ¡nos manipulan!, ¡nos llevan al huerto!, ¡hijos de la gran puta! (psst, apunta el taco que es importante).

El coronel no tiene quien le escriba (Gabriel García Márquez, Espasa Calpe).

No está mal, recomiendo su lectura; pero no quiero dejar pasar esta frase sin comentarla:

Página 69: “mientras revolvía la olla donde hervían cortadas en trozos todas las cosas de comer que la tierra del trópico es capaz de producir”

Eso es una olla y lo demás son tonterías.

viernes, 9 de mayo de 2008

Balcells y los premios literarios.

No creo que esto sea una novedad para nadie y la entrevista es de julio del 2006, pero la he descubierto hace poco y me parece interesante.

- —Pero ¿cómo funciona el mecanismo de esos premios?
- —Transcurrido un tiempo desde la publicación de las bases, si la editorial no ha encontrado ningún título que le plazca, se dedica a cortejar a los escritores que cree ideales para ganar. A veces se acercan a un escritor de otra editorial, lo que algunos consideran un acto de pillaje, aunque para mí es legítimo.

- —Así, ¿son las editoriales las que buscan un ganador?
- —En realidad, los directores literarios nunca garantizan el premio, hay que decirlo en su honor. Ellos están segurísimos de que el autor al que abordan lo ganará, pero no lo garantizan explícitamente, dejan la decisión en manos del jurado. Una práctica habitual es decir: "Te compramos la novela por una cantidad que es la mitad de la dotación del premio. Si pierdes, te la publicamos pagándote ese dinero. Y si ganas, ganarás el doble".

Vamos, que si los originales presentados no gustan se sale a buscar a posibles finalistas. No hay, claro, un contrato de “que te doy el premio” (sólo faltaba), pero por lo general los ganadores suelen conocerse días antes.

lunes, 5 de mayo de 2008

La irresistible ascensión de Harry Potter (Andrew Blake, EDAF).

Cogí este libro porque lo vi en la biblioteca. Pensé que tendría algún interés y la biblioteca es gratis (de momento).

El libro habla de Harry Potter y de algunas cuestiones que pueden haber influido en su éxito, como son una hora de lectura instituida en los colegios británicos o lo cercana (p100) que dice que está la figura del niño mago a los niños de hoy (?), ya que por ejemplo, bajo la túnica llevan zapatillas deportivas y vaqueros, y dicen cosas como “chachi”, “guay”, “súper” e invocan seres que son sustitutivos del padre (esto dice).

Alguien podría pensar que este libro justifica el éxito o pretende hacer una valoración literaria de la saga en cuestión. Ja. Se cita un premio (elWhitbread) al que, presentado El prisionero de Azkabán, la novela no ganó:

P99-100: “En opinión de los miembros del jurado [...] la traducción de Beowulf, al igual que el texto original, es un ejemplo de literatura con mayúsculas porque está bien escrita y El prisionero de Azkaban no lo es porque, bueno, resulta que no está bien escrito”.

Uy, que graciosos ese “bueno” y ese “resulta”. Pero al parecer este profesor de Estudios Culturales del King Alfred’s College no tiene nada que decir sobre si Harry Potter está bien escrito o no. Pues podría haber aprovechado para hacerlo, si iba a poner en duda la decisión de aquel jurado.

Un poco antes, p98: Habla de una “escritura para premios”, no dice literatura para premios, dice escritura. Habla de “novelas muy similares (todas ellas ambiciosas, serias, históricas y filosóficas)”, porque claro, lo que hay que escribir es novelas sin pretensiones, de coña, que vendan hoy (y se olviden mañana) y que no tengan complicadas ideas que dificulten su lectura o, peor aún, su comercialización.

Ahora resulta que hacer literatura es pretender ganar premios, un hacer literatura que el autor pensará que es mucho más vulgar que simplemente querer ganar dinero, dinero que está muy por encima de todo arte, sentimiento, idea o pensamiento.

En suma, una triste equiparación del arte literario a lo que el llama “premiocracia”, supongo que en contraposición a “ventacracia”.

Y todo esto habiendo mencionado el Bookers, que ganó, por ejemplo, el Nóbel sudafricano Coetzee dos veces. Con esto nos ha dicho que Coetzee escribió Vida y época de Michael K o Desgracia, ¡para ganar el Bookers! Claro.

El libro termina con una alusión a cómo a todos nos toca ser testigos de la ascensión del Santo Potter, que está sentado (mediato) a la derecha del padre. Amén.