Érase un premio amañado,
codiciado por corruptos.
Un planeta desgraciado,
asunto de putas y putos.
Érase un Midas inverso:
tocando oro, hacía caca.
Se hizo editor ¡el muy lerdo!
traficando con mierdallas.
Éranse un Premio Planeta,
su corrupción tolerada
y una mediatiquez cateta
que les hacía la fabada.
Érase un tonto engañado
que se compró esta cagada:
«-¡La literatura es mierda!».
No volvió nunca a leer nada.
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