Son quizá estos hechos ya conocidos por el navegante, pero igualmente han de ser reseñados. Se trata de citas literales reproducidas en varios medios (Una temporada en el infierno, El Norte de Castilla, La columna del búho).
«La publicación del diario póstumo de un influyente crítico, novelista y consejero editorial, Jacques Brenner, deja al descubierto un paisaje de jurados venales, editores corrompidos, escritores vendidos, prensa comparsa, con pavoroso lujo de detalles.»
«En vida, Jacques Brenner (1922-2001) fue el arquetipo del escritor de éxito local, premiado el mismo por la Academia, consejero en varias de las más grandes editoriales, crítico adulado, influyente jurado así mismo. Publicó media docena de novelas reeditadas sin cesar. Sus críticas en la prensa más influyente se reeditaron incluso en libro de bolsillo. Varios de sus ensayos siguen reeditándose desde hace años.»
«El director de la editorial donde él mismo trabaja, a sueldo, le anuncia la llamada de un escritor que está dispuesto a regalarle un perro de raza (a Brenner le encantaban los perros) y se dispone a invitarlo a un restaurante de lujo para conocer sus gustos íntimos. El mismo editor le anuncia que le regalará un coche deportivo de lujo, recordándole, al mismo tiempo, que “no olvides que mi favorito es..”. Otro editor lo llama para anunciarle que fulano ganará tal premio, ya que fulano ha recibido un anticipo de tantos millones que es necesario amortizar. El director administrativo de tal editorial lo llama: andan mal de pasta, y el favor de votar por fulano podría pagarse con la reedición en bolsillo de sus críticas literarias, con un anticipo millonario.»
«Yves Berger, su editor, le confiesa a Brenner: “Antoine Gallimard me ha llamado. Se ha sellado un acuerdo entre Gallimard y Grasset. Los jurados Gallimard votarán Grasset para el Goncourt, y los jurados Grasset votarán Gallimard para el Renaudot”.»
«Detrás de tal acuerdo, en la sombra, había en juego ediciones millonarias, jurados venales y centenares de millones de francos, o euros. “Un premio nos sacaría de apuros”, le confiesa a Brenner un editor poco afortunado, pidiendo una limosna.»
Ya en uno de los enlaces reseñados se pregunta quién sería capaz de escribir sobre la corrupción de la industria cultural española. Iré apenas un poco más allá, pues resulta forzosa la comparación agraviativa: si a tal grado llega la corrupción en la industria cultural francesa, ¿a cuál no llegará la industria cultural española?
Se suele decir que en todas partes cuecen habas, pero no se suele pensar que las habas no tienen que ser iguales en todas partes.
ResponderEliminar¡Y eso que se supone que en Francia están prevenidos contra estos casos!
ResponderEliminarOzanu: Las nuestras son gigantes y transgénicas.
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