martes, 25 de mayo de 2010

Arturo Pérez Reverte, comisario trincador.

¿Será posible que en plena crisis económica se haya ofrecido a Arturo Pérez Reverte una cantidad de dinero diez veces superior que la que se ofrece comúnmente a cualquier otro comisario de exposición? ¿150.000 euros en lugar de 15.000?

Y he ahí al bravo Pérez, quien con su espada acude a trincar de las arcas públicas. Acude claqueteante clamando contra los chupópteros y los chorizos, como siempre ha hecho, y diciendo que es poco el dinero, que él cobra el doble, así que se trata en la práctica de una obra de caridad.

Si es que Pérez les está regalando 150.000 euros a los gaditanos, ¡y nadie se lo agradece!

Arturo Pérez Reverte,
comisario trincador,
acude con gran ardor
a trincarse unos euretes.

Pérez, ¡lucha con saña!
¡Santiago y trinca España!

6 comentarios:

  1. Asomando la patita. Cómo se puede ir por la vida con semejante licuefacción de principios. Y dando lecciones.

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  2. Apreciado Iracundo:

    Si te digo la verdad de lo que pienso, veinticinco kilos, más lo que saque en propinas, no me parece nada como trinque en esta España nuestra. ¿No ves que no le da ni para una buhardilla mala en Lavapiés? ¿Cuántas patadas da Cristiano Ronaldo por esa calderilla?: ¿media docena? Y contadas. Abramos los ojos a la realidad y dejémonos de sollozos ante lo obvio. También ante lo inevitable.

    Palabras de Ortega y Gasset:

    "Hablemos, pues, primero de cuál es la influencia directa que el escritor ejerce en España.
    "No creo que exista entre las civilizadas nación alguna menos dócil al influjo intelectual que la nuestra. Con ligeras modificaciones en esa o la otra época, puede decirse que nunca ha atendido al escritor. La vida de la España moderna representa el original ensayo de sostenerse una raza europea y afrontar el destino histórico sin dejar intervención al pensamiento. Los resultados, hasta ahora, no han sido muy brillantes; pero el buen español medio seguirá perdurablemente considerando a la inteligencia como la quinta rueda del carro.
    [...]
    "El hecho se presenta con tal constancia que ya no reparamos en él y toma el aire de una ley natural a la cual es ridículo poner objeciones. La idea de que un libro influya directa o inmediatamente en la vida pública o privada de los españoles es tan inverosímil que no concebimos la posibilidad de suceso semejante en ningún otro país.
    [...]
    "Es difícil encontrar en las naciones actuales nada que se parezca, a la colocación sociológica del gremio intelectual en España. Vive al margen de la existencia normal colectiva. No se cuenta con él para nada, ni oficial ni privadamente. Al contrario: se descuenta para él un como breve territorio baldío, especie de lndian Reservation, donde se le deja extravagar. Porque esto es, en definitiva, lo único que de él se espera: la extravagancia.
    [...]
    "Esta irrealidad social de su oficio, que más o menos clara percibe entre nosotros todo escritor, es causa de una peculiaridad que, por su misma constancia, no ha sorprendido cuanto debiera. Me refiero al hecho de que España es el único país europeo donde los intelectuales se ocupan de política inmediata.[...] Llevan, pues, su intelectualidad íntegra a la política, al paso que entre nosotros la política más basta y pueril viene a anegar la intelectualidad. De suerte que no se logra la única ventaja que esta confusión de oficios podía traer: que el intelectual elevase el nivel de los debates públicos merced a la superior disciplina de su intelecto. En cambio, pasa que la necedad constitutiva de la política diaria desintelectualiza al escritor. Así acontece el hecho bochornoso de que los escritores españoles vivan separados por sus tendencias políticas que son siempre las de la calle -más que por discrepancias intelectuales. Ayer fue por una cosa; hoy es por otra; nunca falta el pretexto para que el intelectual mismo, siguiendo la tradición nacional, patee concienzudamente su oficio.
    [...]
    "Conviene que el intelectual no crea demasiado en sí mismo. Después de todo, lo más bello que hay en la inteligencia, lo que la distingue de otras calidades más toscas -como la belleza física, la fuerza, la nobleza genealógica o el dinero-, es que siempre es problemática. Nunca se sabe de cierto si se tiene o no inteligencia. Lo más que puede asegurarse es que la ha tenido uno hace un momento, pero ¿ahora, en este instante que viene, en esta frase que se comienza? El hombre inteligente ve constantemente a sus pies abierto e insondable el abismo de la estulticia. Por eso es inteligente: lo ve y retiene su pie cautelosamente."

    (Tomado de "El poder social", 1927)

    ¿Cómo queda aquí colocado el intrépido Arturito? Ustedes juzguen.

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  3. Soy un librero con años de experiencia en el sector, denuncio el atropello al que me veo sometido cuando llegan las cajas de Alfaguara con los libros de este pseudoescritor. Un día de estos las cajas vendrán con una pistola para obligar a los clientes a que se lleven los libros de este infame personaje.

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  4. Señor Mallo, si quiere usted vender tanto como Reverte y que le paguen esas cantidades por asistir a actos--y es evidente que quiere-- quizás debería usted cambiar de look. Ya sé que con su cara no se puede hacer milagros, pero esa imagen gafapasta no ayuda.

    Tras ese importante paso inicial, debería usted pensar en escribir una novela. Reverte, aunque no es un gran escritor, al menos es capaz de hacer el esfuerzo por recrear un universo de aventuras casposillas pero entretenidas durante un número de páginas, con lo que el consumidor más o menos recibe el entretenimiento por el que paga. Usted, con su "Nocilla", simplemente pega unas cuantas divagaciones insustanciales apelando al típico lector snob de Babelia y El País Semanal.

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  5. Alonso: Supongo que sí, que depende de con quién se compare a Pérez.

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  6. Iracundo: nuestro amigo Pérez tiene un idioma español como no habrá en España una docena. Otra cosa es su mollera. Y otra cosa es su vanidad. ¿Que se pone alto precio?: recordemos a su maestro en eso, el insustancial Antonio Gala. Ya sé que he sacado demasiadas frases de Ortega y Gasset y que no a todo el mundo le gusta leer más de dos o tres párrafos (aunque en este blog se hable de lectura). Destaco ésta:

    "El hombre inteligente ve constantemente a sus pies, abierto e insondable, el abismo de la estulticia. Por eso es inteligente: lo ve y retiene su pie cautelosamente."

    ¿Es cauto el amigo Pérez? Pues ostensiblemente no. Dudemos de su inteligencia y alabemos su soberbia.

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