jueves, 19 de julio de 2012

Si no está satisfecho con su novela, Javier Marías le devuelve su dinero.

Con frecuencia la vanidad se la juega a los escritores. Leen lo que un grupete de amigos asalariados ha escrito sobre ellos en un suplemento y, ¡woops!, se lo creen. Es el caso del mediocre y soporífero Javier Marías, en quien la camarilla de la cultura española ha expiado los pecados cometidos contra su padre, Julián Marías.

Marías hijo se hallaba tan ofuscado por su vanidad que no comprendió lo que hacía en la siguiente aventura. He aquí su acto genial:

"Hace varios años otro joven me envió una carta diciendo que se sentía estafado por una novela mía que había comprado y leído, y hacía hincapié en el precio (que pone siempre el editor, no el autor). Le envié una nota diciéndole que si no podía hacerle recuperar el tiempo, sí al menos el dinero perdido, y le adjuntaba un cheque por el importe del libro. Poco después me encontré en un periódico un suelto en el que se contaba la anécdota, comentada por el joven. No es que yo quedara mal con mi gesto, pero me pareció inadmisible que, sin consultarme, se hubiera permitido hacer público lo que había sido privado. Además, anunciaba que seguramente guardaría mi cheque como recuerdo, pero lo cierto es que ya lo había cobrado".

¡Ja, ja, ja, ja! Hasta el más incauto comprende el significado de devolver a un sujeto el importe de un producto comprado: es como reconocer que el producto es defectuoso. Y lo que es más: a Marías se le ocurrió pagar por el margen comercial de un local, de los transportistas, de la editorial y de la imprenta. Si el lector se llega a quejar un poco más, lo mismo Marías le paga el Metro. O la lectura como horas de trabajo. 

Por otro lado, a
l fin se ha encontrado una utilidad para los libros de Javier Marías: pueden ser transformados nuevamente en capital. ¡Yuju! 

¿Le han regalado un libro mariasno? ¡No se preocupe! ¡No necesita el tique! Mándeselo a Marías, que le devuelve el dinero (aunque no el tiempo que haya perdido ni las neuronas churruscadas).





1 comentario:

  1. Debería habérselo pensado, que quizás haya sentado un precedente...

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