Cogí este libro porque lo vi en la biblioteca. Pensé que tendría algún interés y la biblioteca es gratis (de momento).
El libro habla de Harry Potter y de algunas cuestiones que pueden haber influido en su éxito, como son una hora de lectura instituida en los colegios británicos o lo cercana (p100) que dice que está la figura del niño mago a los niños de hoy (?), ya que por ejemplo, bajo la túnica llevan zapatillas deportivas y vaqueros, y dicen cosas como “chachi”, “guay”, “súper” e invocan seres que son sustitutivos del padre (esto dice).
Alguien podría pensar que este libro justifica el éxito o pretende hacer una valoración literaria de la saga en cuestión. Ja. Se cita un premio (elWhitbread) al que, presentado El prisionero de Azkabán, la novela no ganó:
P99-100: “En opinión de los miembros del jurado [...] la traducción de Beowulf, al igual que el texto original, es un ejemplo de literatura con mayúsculas porque está bien escrita y El prisionero de Azkaban no lo es porque, bueno, resulta que no está bien escrito”.
Uy, que graciosos ese “bueno” y ese “resulta”. Pero al parecer este profesor de Estudios Culturales del King Alfred’s College no tiene nada que decir sobre si Harry Potter está bien escrito o no. Pues podría haber aprovechado para hacerlo, si iba a poner en duda la decisión de aquel jurado.
Un poco antes, p98: Habla de una “escritura para premios”, no dice literatura para premios, dice escritura. Habla de “novelas muy similares (todas ellas ambiciosas, serias, históricas y filosóficas)”, porque claro, lo que hay que escribir es novelas sin pretensiones, de coña, que vendan hoy (y se olviden mañana) y que no tengan complicadas ideas que dificulten su lectura o, peor aún, su comercialización.
Ahora resulta que hacer literatura es pretender ganar premios, un hacer literatura que el autor pensará que es mucho más vulgar que simplemente querer ganar dinero, dinero que está muy por encima de todo arte, sentimiento, idea o pensamiento.
En suma, una triste equiparación del arte literario a lo que el llama “premiocracia”, supongo que en contraposición a “ventacracia”.
Y todo esto habiendo mencionado el Bookers, que ganó, por ejemplo, el Nóbel sudafricano Coetzee dos veces. Con esto nos ha dicho que Coetzee escribió Vida y época de Michael K o Desgracia, ¡para ganar el Bookers! Claro.
El libro termina con una alusión a cómo a todos nos toca ser testigos de la ascensión del Santo Potter, que está sentado (mediato) a la derecha del padre. Amén.
Sí, una irresistible ascensión debería tener algún interés... si fuera (o fuese) natural. Desde el principio se vio que el asunto Potter era un montaje; bueno, algunos lo vimos; quizá ahí está el problema, en que la gran mayoría no lo vio. Ah, mundo de ciegos... No me extraña que a Saramago le viniera el Ensayo a las mientes. Bah, intentaremos abrir algunos párpados...
ResponderEliminar