Arturo Pérez Reverte,
macabeo de profesión,
escribe de un modo pedestre
y por ende aburre al lector.
Sus novelas de aventuras
encubren la básica acción
y, tras cuatro falsas bravuras,
su impotencia de escritor.
No describe: enumera;
deshilvana su narrar;
cuenta, mas no novela;
cita en lugar de crear.
Y a la mente del lector
lleva palabras, no escenas;
nombres, no personajes.
¡Qué tostón son sus novelas!
Miente quien dice que venden,
pues no hay nunca cifras sinceras,
pero salen mucho en la tele,
la radio y la prensa cimeras.
Amen!!!
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