Resultados de la encuesta sobre qué autores deben ser más criticados.
De un total de ochenta y ocho (88) votos:
Oro: Los superficiales mediáticos, con treinta y dos votos (32), un 36% del total.
Plata: Los jóvenes autoindulgentes, con veintiocho votos (28), un 31% del total.
Bronce: Los maduritos prepotentes, con catorce votos (14), un 15% del total.
Colleja: Los premios literarios, con once votos (11), un 12% del total.
Recolleja: Los abuelos cebolleta, con tres votos (3), un 3% del total.
Conclusiones del estudio:
Parece que a la gente no le gusta que le impongan megasabios de cóctel por vía mediática y que ya está cansada de escuchar cachupineces que pueden leer en cualquier comentario de Internet.
También salta a la vista que hay que machacar a esos jovenzuelos paletos que han hecho demasiados botellones (el botellón es la versión proletaria del cóctel) y, peor todavía, que creen que eso es igual que haber hecho otras cosas. Como por ejemplo leer.
Esta segunda generación de gremlins es una muestra de lo que pasa cuando se abandona la crítica literaria y los miembros de la manada copulan entre sí: jorobados, asimétricos, patizambos y engendros mutantes no precisamente como los de X-Men.
Los chuloputas de edad intermedia también se llevan su parte, aunque no llaman tanto la atención.
Por otro lado, aunque los premios literarios corruptos son un cáncer para la literatura y una muralla china contra la meritocracia, cada vez más gente tiene claro lo que son. Hasta los jurados que se hacen los tontos.
Jurado tonto: ¿Cómo? ¿Los premios literarios corruptos están amañados?
Lector Iracundo: Pues claro. Pero tú cobra y calla.
Jurado tonto:
Sobre los abuelos... Bueno, suponemos que el tiempo hará su trabajo. (Me refiero a que se conviertan en pasto de gusanos o en canapés de cóctel).
¿El jurado tonto se ha quedado mudo o su comentario ha sido censurado?
ResponderEliminarHa cobrado y callado.
ResponderEliminarPues yo voté a los cebolleta. Tal vez por lo que me estomaga que no tengan ningún biznieto que los ponga en su sitio. Cierto es que a todos los demás también les falta un pariente con las cosas claras y sin miedo de perder la herencia.
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